Vivimos en la época de la imagen. Sobreestimulados por las redes sociales, la información y las imágenes nos bombardean desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Nunca hemos estado tan sobreexpuestos, y eso, quizá, resta valor a sentidos como el olfato o incluso el gusto. Precisamente, esos sentidos son los que buscan desarrollar desde el restaurante Noloveo.


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Una experiencia gastronómica situada en El Tubo de Zaragoza (en el local de la antigua Quebradora) y que nos propone comer a ciegas, en una sala completamente a oscuras, gracias a la ayuda del personal de sala invidente. «El restaurante abrió sus puertas el 29 de mayo, en plena pandemia. Es el primer restaurante sensorial de Aragón», explica a HOY ARAGÓN uno de los propietarios del establecimiento, Diego Marcos, que lidera el proyecto junto a Emilio Gomáriz y Antonio Ruiz. Y ahora, están a punto de estrenar un nuevo menú para volver a sorprender a todos los que quieran repetir la experiencia.

Noloveo Zaragoza

PERSONAL DE SALA INVIDENTE

La propuesta de Noloveo es clara: una experiencia culinaria en la que se degusta de un menú de autor para ser disfrutado en la oscuridad. Al entrar en el local, nada nos anticipa lo que se va a vivir, salvo un cartel que tiene mensajes como ‘oscuridad, o nosotros te guiamos…’.  En esta zona, en la que la luz tenue ya avisa de lo que viene, los clientes se toman un cóctel previo, y reciben las primeras instrucciones. Una vez dentro, Sonia Fernández, una de las camareras con deficiencia visual, nos explica cómo se va a desarrollar la cena. Durante un par de horas, vamos a sentir el día a día de una persona invidente, con las dificultades que tienen para desarrollar su día a día. Y de paso, permitirnos desarrollar sentidos como el tacto, el oído, o la vista.

Para que todo se desarrolle sin que exista ningún foco de luz, nos piden dejar en las taquillas que hay en la entrada de la sala móviles, tabletas, relojes o cualquier sistema que proporcione iluminación y que pueda romper la experiencia. También nos piden moderar el tono de voz para poder centrarnos en las sensaciones que supone comer a oscuras.

Con los dispositivos móviles ya guardados, es el momento de entrar en la sala. Sonia me pide que apoye mi mano derecha en su hombro derecho. Y mi acompañante debe hacer lo mismo para, en fila, adentrarnos en la más absoluta oscuridad. Atravesamos varias cortinas que garantizan que en el comedor no haya ni rastro de luz. Avanzas a tiendas, hasta que la camarera te sienta en la mesa. Muchos piensan que se cena con antifaz, pero realmente, no hace falta: la oscuridad en el interior de la sala es completa.

Ya sentados, Mateo Ruiz, otro de los camareros invidentes, nos explica dónde están cada uno de los elementos que hay sobre la mesa: las copas, el botellín de agua, servilletas, y por supuesto, el imprescindible gel hidroalcohólico. Los primeros minutos son de adaptación a la oscuridad. Escuchas las conversaciones de alrededor, y con las manos, palpas y sitúas donde está cada elemento que utilizarás en la comida. Puede parecer complicado para muchos, pero lo cierto es que enseguida tomas las medidas y te haces con el espacio gracias a la ayuda del personal de sala, siempre atento y dispuesto a echarte un cable en lo que necesites.

El personal de sala invidente fue seleccionado por la Fundación ONCE, y ahí radica la parte social que más nos gustó de esta experiencia sensorial: aparte de la experiencia, Noloveo también da empleo a personas como Sonia, que explica que con este proyecto, «además de permitirnos disfrutar de una buena comida, la gente puede hacerse una pequeña idea de nuestra situación». Además, Sonia nunca pensó que podría ser camarera. De hecho, cuando la llamaron, se lo tomó un poco a risa por el cambio de vida que suponía.

4 PASES Y 11 REFERENCIAS CREADAS POR EL CHEF TOÑO RODRÍGUEZ

Cenas a ciegas / Noloveo

El Chef Toño Rodríguez crea el menú de 11 referencias y 4 pases / Noloveo

La cena se compone de 4 pases con 11 referencias diseñados por el chef Toño Rodríguez. 11 referencias ricas que incluyen aperitivos, carnes, pescados y postres, con las que juegas a adivinar qué estás comiendo.

De ahí la importancia de que la sala y el resto de comensales esté más o menos en silencio, para tratar de agudizar los sentidos y adivinar lo que te estás metiendo a la boca en la más completa oscuridad. Evidentemente, antes de la experiencia tienes que haber avisado de intolerancias, para evitar problemas.

Las referencias, se van sucediendo junto con el maridaje de tres vinos diferentes. Son pequeños bocados en distintas versiones, adaptadas para comerlas de forma cómoda y a oscuras.

Ahí, las explicaciones y consejos de Mateo, el camarero que atiendo nuestra mesa, son básicas para que todo se desarrolle sin problemas. Su maestría a la hora de manejarse en la oscuridad, pero sobre todo, de servir los platos o el vino, sorprende a los comensales: «Voy a comenzar a servir, quiero que imaginéis que vuestro plato es un reloj, arriba a las doce, a la derecha las tres, abajo las seis, y a la izquierda las nueve», explica Mateo.

Mientras se sirven las referencias, el tacto cobra importancia a la hora de comer y de detectar y explorar formas y texturas. De hecho, la mayor parte de las referencias se comen con la mano. El olfato, y por supuesto, el gusto, también cobran importancia, porque los sabores se multiplican por mil en la boca cuando no ves lo que estás comiendo.

«Noto un punto cítrico, parece pescado, pero esta textura… este sabor me recuerda a algo muy familiar, pero no sé lo que es…» son algunos de los comentarios que se oyen en las mesas de alrededor, en ese intento por descubrir lo que se está comiendo. A la salida, en la zona de bar, y ya con la luz tenue y tonos violetas, los comensales descubren lo que han comido mientras se toman una copa de cava gracias a una presentación proyectada en una pantalla de televisión.


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Y mientras van sucediéndose las imágenes de lo que han comido, los comensales se sorprenden de los aciertos, los errores, y toman conciencia de lo que han comido. Las texturas, formas, colores… porque si por algo destaca la cocina del chef Toño Rodríguez, es por ser muy visual. Y en la pantalla situada en la zona de bar se puede apreciar el diseño de cada una de las referencias que se han servido durante esta experiencia gastronómica y sensorial.

Si te apetece disfrutar de esta propuesta sensorial, el precio del menú maridado con vino y agua, cuesta 43 euros.

Dirección: Calle Cinegio, 3 . Tlfno. 633 012 657.