Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna, es una de las figuras más importantes y controvertidas de la historia aragonesa. Único papa aragonés, esta figura nacida en 1328 en el castillo que la familia Luna tenía en Illueca, fue una figura clave durante el Compromiso de Caspe, y provocó un cisma en la todopoderosa  Iglesia Católica.

Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, su auténtico nombre, pertenecía a uno de los linajes más poderosos de la Corona de Aragón. Al ser el segundo de los hijos, orientó su carrera hacia la Iglesia, y tras graduarse en la universidad de Montpellier, ejerció como profesor de derecho canónico. Humanista y muy inteligente, Pedro de Luna era de recto y de moral intachable, además de insobornable.

Papa Luna

El Papa Luna nació en el castillo familiar de Illueca / Turismo de Aragón

Tras ocupar varios puestos eclesiásticos, y dado su alto linaje y la inteligencia de la que hacía gala, en 1375 fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XI. Durante los últimos años del Papado de Aviñón, Pedro Martínez de Luna formó parte de la Curia Pontificia como juez comisario. De hecho, en 1377 acompañó al Papa Gregorio en su regreso a Roma, poniendo así fin a 70 años de división de la Iglesia Católica.

Fue uno de los cardenales que acompañaron al papa Gregorio en su solemne regreso a Roma en 1377, que ponía fin a casi setenta años de división de la Iglesia católica. Pero al año siguiente, murió Gregorio XI, y el cónclave para elegir a su sucesor eligió al italiano Bartolomeo Prignano, Urbano VI. Las primeras acciones de este papa no gustaron demasiado entre la curia romana, ya que les acusaba de llevar una vida demasiado licenciosa y libertina, además de intentar intervenir en los asuntos políticos de estados vecinos a Roma.

Al año siguiente, en 1378, una parte importante de los cardenales se reunieron cerca de Roma para declarar nula la elección de Urbano VI, alegando que había sido elegido en medio de un clima crispado y de violencia. Tras declarar nula su elección, eligieron al francés Roberto de Ginebra, Clemente VII. El problema fue que Urbano VI no quiso renunciar, provocando así el Cisma de Occidente. Un periodo de 40 años en el que coexistieron dos papas, y en el que las obediencias en el mundo cristiano se dividieron.

La mayor parte de los reinos cristianos de Europa reconocieron a Clemente como papa legítimo. Pero al no ser una elección válida según el derecho canónico, fue considerado como un antipapa. Pedro Martínez de Luna se decantó por apoyar al Papa Clemente y a su sede pontifical en Aviñón, en Francia. Durante ese periodo, actuó como legado pontificio ante los reyes de Aragón, Castilla, Navarra y Portugal.

PEDRO DE LUNA, ELEGIDO PAPA

Papa Benedicto XIII

Benedicto XIII contó con el apoyo de la Corona de Aragón en su lucha contra el Papa de Roma / HA

En 1394, y tras morir Clemente, Pedro de Luna fue elegido papa con el nombre de Benedicto XIII. Obviamente, en Roma no aceptaron su elección, y siguió considerándose como Antipapa. Al ser aragonés y no francés, y al escapar del control de la corona francesa, su nombramiento tampoco fue bien recibido en Francia, aunque el papado tenía su sede en Aviñón. Desde Francia presionaron para que Benedicto XIII renunciara y llegaron a sitiar el castillo de Avinón.

Finalmente, el Papa Luna consiguió escapar en 1403, refugiándose en Nápoles. Aún así, su poder había sido mermado al no contar con el apoyo de Francia, y de los cardenales de este país. En esa época, Benedicto XIII tan solo contaba con el apoyo de los reinos de Aragón, Castilla, Sicilia y Escocia, además de algunas ciudades italianas, y del respaldo de cinco cardenales (pese a que fue elegido con 20 votos, del total de 21 votos que debían elegir al nuevo papa).

Por si faltaba más inestabilidad en el Cisma de Occidente, en el año 1409 se celebró un concilio en Pisa que destituyó tanto a Gregorio XII como a Benedicto XIII, eligiendo un papa nuevo: Alejandro V. Así, con este hecho caótico, el mundo cristiano se encontró con tres papas, ya que los tres reclamaban su legitimidad para seguir al frente de la Iglesia Católica. Tras el concilio de Pisa, Benedicto XIII se refugió en la Corona de Aragón, concretamente en Peñíscola. Desde esta ciudad mediterránea, el Papa Luna excomulgó a quienes se oponían a sus derechos.

En esta época, destaca su intervención en el periodo de interregno que se produjo en la Corona de Aragón tras el fallecimiento sin herederos del rey Martín El Humano en 1410, y que desembocó en el Compromiso de Caspe y en la elección de Fernando de Trastámara como nuevo rey de Aragón (un hecho que afianzó su posición dominante en los reinos peninsulares), y la regencia del gobierno de la diócesis de Zaragoza, vacante desde el asesinato del arzobispo Fernández de Heredia en 1411.

AISLADO EN PEÑÍSCOLA

Papa Luna

El Papa Luna acabó sus días solo y abandonado en el castillo de Peñíscola / HA

En 1414 se celebró un nuevo concilio en Constanza, consiguiendo la destitución del antipapa de Aviñón Juan XXIII, y la renuncia de Gregorio XII, el papa de Roma. Este concilio desembocó en el aislamiento completo del Papa aragonés en el castillo de Peñíscola, una antigua fortaleza templaria.  Ese mismo año, el monarca aragonés Fernando I se reunión con el Para aragonés en Morella para intentar convencerle de que renunciara al pontificado, con la ayuda de San Vicente Ferrer. Una reunión que dejó clara la testarudez del papa aragonés, y que provocó el abandono por parte de Vicente Ferrer.

Al año siguiente, en 1415, tuvo lugar una reunión en Perpiñán entre Benedicto XIII, el rey de Aragón y el emperador germano Segismundo, que lo único que hizo fue enrocar al Papa aragonés en su postura. Hartos de su empecinamiento, y de su deseo de no renunciar a ser papa, apostaron por aislarlo en su corte papal de Peñíscola. En esa época se puso fin al Cisma de Occidente, eligiendo nuevo Papa: Martín V. Este nuevo Papa excomulgó  al antipapa aragonés, declarándolo hereje.

Benedicto XIII murió a los 95 años en 1423 solo y abandonado entre los muros de su castillo en Peñíscola, generando en torno a él una leyenda sobre una figura histórica que nunca dudó de la legitimidad de su pontificado y que inspiró la expresión ‘mantenerse en sus trece’.