El proyecto de electrificación de la flota de buses urbanos de Zaragoza va viento en popa. Con las obras para acondicionar las cocheras de Avanza a este nuevo concepto de movilidad eléctrica ya en marcha, la ciudad está un paso más cerca de decir adiós al carburante en los autobuses. El reto es ambicioso: que todos los autobuses urbanos que circulan por la ciudad sean eléctricos de aquí a 2030.

El principal objetivo de esta estrategia es reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera. Cuando el proyecto se complete, habrá 320 autobuses urbanos eléctricos recorriendo la ciudad. Por poner un ejemplo: sustituir cada autobús diésel por otro eléctrico supone un ahorro de 1.700 toneladas de CO2 emitidas a lo largo de su vida útil. Por ello, según cálculos municipales, cuando toda la flota esté sustituida por vehículos eléctricos, Zaragoza ahorrará más de 621.000 toneladas de emisiones de CO2. 

Actualmente, hay cuatro buses eléctricos, comprados en 2020, y para octubre de este año se espera que llegue la primera tanda de los 68 autobuses eléctricos de Irizar que se han adquirido ahora. Para que este ambicioso y revolucionario plan funcione (Zaragoza es pionera en la compra masiva de buses eléctricos), las obras en las cocheras de la concesionaria Avanza ya han comenzado. Con la nueva infraestructura, la carga se hará por pantógrafo, es decir, por la parte superior del vehículo, y no con un enchufe convencional, un sistema más avanzado que prolonga la duración de la batería. Para llevar la potencia necesaria, desde la subestación eléctrica transformadora (SET) Torre Olivera se va a lanzar una línea subterránea de alta tensión (45 kilovoltios) hasta la nueva subestación en las cocheras de los buses. De esta forma, se dotará de la capacidad suficiente a las instalaciones para poder cargar la flota completa de buses eléctricos.

Junto con la considerable reducción de la emisión de CO2 a la atmósfera, el cambio al eléctrico supone también un ahorro económico, ya que el combustible es uno de los costes más relevantes en los autobuses de motor de combustión. Por otro lado, el mantenimiento de los vehículos eléctricos es más barato que el de los tradicionales de carburante.

Otras ventajas del nuevo modelo de transporte público de Zaragoza que el ciudadano notará más claramente es la disminución del ruido en las calles. Y es que cuando se habla de contaminación no solo se trata de la atmosférica, sino también de la acústica. El ruido de los autobuses convencionales circulando no solo se siente en el asfalto, sino también desde las casas, más a más si es verano y las ventanas están abiertas.

Que los buses vayan a ser eléctricos también lo agradecerán moteros y ciclistas quienes, con frecuencia, sufren los humos y el calor que desprenden los autobuses si coinciden en un semáforo a su lado. Las ventajas se notarán además en el interior del bus ya que el motor de propulsión eléctrica ocupa menos espacio y es más versátil que los habituales de combustión. Esto hace que el espacio para los viajeros esté más aprovechado y mejor distribuido, ganando en comodidad durante el trayecto. En este sentido, con los nuevos autobuses comprados se va a dar un salto cualitativo y serán buses confortables y modernos, propiciando que el ciudadano escoja moverse en transporte público no solo por necesidad, sino también por gusto.

Aunque el proyecto de electrificación de la flota de buses está en marcha desde hace meses, la ambiciosa apuesta del Ayuntamiento se ha visto reforzada hace unas semanas con la concesión por parte de la Unión Europea de 30,6 millones de euros de fondos. Con esta suma se podrá asumir la compra de los primeros 68 autobuses  y de dos nuevos convoyes de tranvía así como electrificar las cocheras.