Cada día es distinto. Esta seguramente sea la cualidad más destacada de cómo es vivir en una redacción. Las paredes de HOY ARAGÓN sacuden a cada hora distintos titulares o informaciones que ocurren sin ser previsibles. En la redacción situada en plena Calle Alfonso I de Zaragoza se respira cada día una intensidad irreversible. Son las 8.30 horas de la mañana y ya se enciende la televisión con el canal 24 horas de fondo, el programa de Carlos Alsina suena en el dispositivo Alexa en la mesa del director y la pantalla con el tráfico de lectores en la web ya avisa de que hay que marcar la tensión informativa. Es una mezcla de hipnosis y de esclavitud: hay que mantener el ritmo de lectores y no dejar ninguna noticia de las que marcan la actualidad sin contar.

A las 10 de la mañana se enciende la luz de la primera reunión. En ella está el director y cada responsable de sección. Poco a poco cada uno escupe los contenidos que cree que interesan y se debaten con el ojo clínico del director, quien filtra su enfoque y oportunidad con su criterio editorial. El periodismo digital provoca que la reunión vaya más allá de la estricta información y se debate sobre el SEO y el tratamiento de cada artículo para mejorar su posición orgánica. Aquí entra su difusión en redes sociales y cómo Google Discover hace de las suyas para situarla al principio de su feed. En esta parte de la reunión suelen ser protagonistas más los anglicismos y las plataformas de difusión que el tratamiento informativo.

Entre tanto, a estas horas de la mañana, es habitual las llamadas de fuentes o de personas que se han visto implicadas en la información que publicamos cada mañana en nuestra edición. Aquí es el turno de la queja de políticos y administraciones públicas por el tratamiento de la información o la exigencia de las fuentes por insistir en el tema publicado más días. Son conscientes del alcance de HOY ARAGÓN y de cómo puede perjudicar o favorecer sus intereses.

El reloj de la redacción marca las 12 horas de la mañana y la agenda del día hace que la portada tenga que cambiar su jerarquía. El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, da una rueda de prensa de última hora sobre la ‘nueva Romareda’; el presidente aragonés Javier Lambán reclama la importancia del sector ganadero en una feria; o un teletipo urgente de una agencia avisa de que un suceso acaba de ocurrir. Al mismo tiempo hay que estar en aquello que ocurre en la calle: el seguimiento de una convocatoria de un cliente, una comparecencia de una empresa para presentar algo novedoso o un pleno en las Cortes de Aragón.

El ruido de las teclas para actualizar la portada de HOY ARAGÓN tiene un gran competidor: el sonido del teléfono y las palabras del equipo comercial para seguir abriendo nuevas oportunidades económicas con clientes. El periódico se fabrica durante el día con llamadas de la mesa de redacción y del director a los jefes de sección para saber si hay algo nuevo o que temas deben ser los principales al día siguiente. Las siguientes reuniones son más concretas. A las 16.00 horas hay que empezar a preparar el cierre de la portada del día siguiente: organizar la jerarquía de los temas de portada, adelantarse a los temas que pueden generar influencia y hacerse virales o maquetar cada pieza con sus ladillos, sus imágenes y la complicidad con el departamento de publicidad.

Aquí todo es incertidumbre. Son las 17.30 horas y todavía no tenemos ningún tema principal. O tal sección está huérfana de temas para mañana. En este tiempo se repasa el día con las noticias más leídas y la difusión en redes sociales para entender qué temas hay que seguir estirando o si merece la pena insistir en una información que tenga más recorrido. Otro teletipo avisa de una última hora y puede que toda la portada tenga que cambiar. Falsa alarma. El director no le da tanta relevancia y puede entrar en un bloque a mitad de la portada sin darle importancia.

El día termina cuando la portada está casi hecha, a falta de que aún pueda salpicar una última hora a la actualidad a las tantas de la tarde noche. Y hasta el día siguiente, donde el orden editorial y de la redacción se mantiene entre noticias inesperadas y la anarquía de la intensidad informativa cada día.