Aragón es, a día de hoy, una potencia agroalimentaria. Pero, además, quiere seguir siéndolo en el futuro. Por ello, ya está trabajando en granjas de insectos, una fuente de proteínas alternativa que a día de hoy no se explota pero que, ante el crecimiento poblacional de la Tierra en las próximas décadas, puede suponer la base alimenticia para abastecer a la humanidad.

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En Zaragoza, la empresa Insectopía 2050 S.L, fundada en 2018 por Eva Gavín y Ana de Diego, trabaja desde CEMINEM, en el Campus Río Ebro de la Universidad de Zaragoza, en la cría del insecto Tenebrio Molitor, conocido como gusano de la harina, como fuente de proteína futura para alimentación animal y humana.

“Llevábamos años trabajando vinculadas a la investigación agroalimentaria y detectamos que existía una oportunidad de trabajo en la obtención de fuentes de proteína alternativas para el futuro que garanticen un alimento suficiente y seguro para personas y animales», explica Ana de Diego.

Los insectos tienen un gran potencial: ya existe tradición de ingesta en otras culturas, son ricos en proteína, minerales, ácidos grasos de interés, y cuentan con un perfil de aminoácidos muy interesante. «Su eficiencia productiva es muy alta en comparación con otras proteínas tradicionales, y su producción implica un menor impacto medioambiental», apunta la emprendedora.

Además, «pueden alimentarse de subproductos y desperdicios alimentarios, revalorizándolos en proteína de interesa, y contribuyendo así, al desarrollo de la Bioeconomía”, añade De Diego.

En el año 2019, Insectopía puso en marcha la primera instalación de cría piloto de Tenebrio Molitor de la región, y durante dos años, con el apoyo del Gobierno de Aragón, han trabajado en la optimización del proceso de cría y en la evaluación de diferentes subproductos y desperdicios agroalimentarios aragoneses como sustratos de cría.

“Detectamos una nueva oportunidad de trabajo en la aplicación de herramientas avanzadas de análisis de grandes volúmenes de datos, para seguir optimizando nuestro proceso de cría”, señala la responsable del proyecto. De esa necesidad surgió la iniciativa Smart Insect Farming que, en el año 2020, recibió de nuevo apoyo financiero en la convocatoria de grupos de cooperación en materia de tecnología e innovación en el sector agroalimentario, del Plan de Desarrollo Rural de Aragón, para seguir trabajando, y en el que Insectopía cuenta con la colaboración de varias entidades aragonesas, entre ellas el Instituto Tecnológico de Aragón (ITAINNOVA).

MONITORIZACIÓN DEL PROCESO DE CRÍA

“En el marco del proyecto, desde ITAINNOVA estamos aplicando algoritmos estadísticos y de análisis de datos para la obtención de información relevante como, por ejemplo, qué variables influyen más en el proceso de la cría y en el desarrollo larvario, entre otros asuntos”, explica Íñigo Zubizarreta, del equipo de Big Data y Sistemas Cognitivos de ITAINNOVA.

“La colaboración con ITAINNOVA está siendo muy satisfactoria; estamos identificando oportunidades de mejora para seguir optimizando nuestro proceso y esperamos que nos facilite la toma de decisiones futuras», añade. También están trabajando con el Instituto Tecnológico de Aragón en el análisis de oportunidades de automatización y simplificación de procesos.

Explican las emprendedoras que “lo que estamos creando servirá para vender en un futuro cercano insectos o productos derivados de insectos para distintos mercados, entre ellos el de la alimentación animal, y productos específicos para nichos de mercado concretos en alimentación humana”.

Respecto a cómo ven el mercado futuro, Ana de Diego explica que “el mercado se está moviendo muy rápido y se espera que el sector tenga un crecimiento muy relevante en los próximos cinco años”.

Sobre el rechazo cultural que a priori pueden provocar los insectos como alternativa para alimentación humana, tanto Gavín como de Diego aseguran que “se trata de un tema cultural que en un medio plazo se podría superar, como se superaron en su momento las reticencias a comer sushi u otros productos no tradicionales».

En cualquier caso, «no se trata de sustituir un buen plato de jamón por uno de insectos, sino de poder ofrecer al mercado nuevos productos dirigidos a consumidores que aprecien un producto enriquecido en proteína, saludable, sostenible…, entre otros».