El Ayuntamiento de Zaragoza ha podado ya más de la mitad de los 14.000 árboles catalogados como de mayor riesgo para la seguridad, de los que 780 han sido talados, la mayoría porque una gran parte de la copa estaba seca, y prevé que antes de final de año se haya revisado el conjunto del arbolado.


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En rueda de prensa, la consejera municipal de Servicios Públicos y Movilidad, Natalia Chueca, ha hecho balance del plan de poda puesto en marcha por el Gobierno PP-Cs a su llegada en julio, que cree que está funcionando «muy bien», y ha dado cuenta de algunas de las acciones que plantea su área en materia de infraestructura verde.

Así, ha indicado que han empezado por este plan de poda con carácter de urgencia porque era lo más importante desde la perspectiva de la seguridad ciudadana, pero ha desgranado la nueva visión que quiere imprimir a la gestión de lo verde en la ciudad, con unos objetivos más amplios.

LA FUTURA GESTIÓN DE CHUECA

Entre dichos objetivos ha destacado el de la lucha contra el cambio climático, para lo que ha apostado por conocer la capacidad de absorción de CO2 del bosque urbano zaragozano, que se concretará en un plan director.

Por otro lado, ha anunciado que el Consistorio va a plantar hasta 3.000 árboles al año desde 2020, con lo que prevé acabar con los más de 7.000 alcorques vacíos antes de tres años.

Para ello, se destinarán 300.000 euros anuales, principalmente con el objetivo de cubrir los alcorques vacíos, aunque ha apuntado que será el plan director el que marcará la línea y, en su caso, analizará si todos esos alcorques tienen sentido.

De este modo, más allá de la función paisajística y ornamental, el plan director del bosque urbano estudiará los beneficios ecosistémicos del arbolado o las especies más idóneas para plantar en la ciudad, en el sentido de su influencia en la calidad del aire o la reducción de la isla de calor, con medidas a corto, medio y largo plazo.

Chueca ha insistido en que la infraestructura verde es un área estratégica que hay que reforzar con una nueva visión que debe ir más allá del tratamiento de la seguridad o el embellecimiento de la ciudad.

En palabras de la consejera, cuando se celebró la Expo de 2008 la capital aragonesa era un referente nacional en cuanto a la conservación de su infraestructura verde, pero a partir de 2013 los recortes unidos al incremento de la superficie arbórea provocaron infradotaciones de casi la mitad del presupuesto y se llegó a una situación de «grave deterioro».