Cuando Quique Mur, el responsable de la expedición de bomberos del Ayuntamiento de Zaragoza en Turquía, se graba dando la última hora puede oírse a escasos metros el ruido de las taladradoras agrietando escombros, abriendo paso para que personas como Mur y su equipo puedan encontrar un aliento de vida.

Se puede percibir también el riesgo en los vídeos que ellos graban. En uno de ellos, el propio Mur avisa a un compañero que esta con uno de los perros de búsqueda. «¡Emilio, Emilio, no te acerques, sal de ahí que es inestable, fuera, fuera!», insiste.

Saben que las 48 primeras horas son vitales para encontrar vida debajo de la devastación que han dejado los terremotos, pero también son conscientes de que existen los milagros. De hecho, lo pudieron comprobar ellos mismos. «Estaba ahí, alabado sea el señor; fue por los pelos, ‘in extremis'», se repide Mur en unas declaraciones horas después de haber sacaso a una mujer de 60 años de entre las ruinas de su casa. «Fue un milagro; la noche no la habría pasado, con el frío que hace y su deshidratación…», respira Mur.

«Hubo que hacer un butrón de un metro para sacarla. La suerte es que los escombros estaban sobre ella y no le aplastaron», insiste Mur. Eso le salvó. No pasó así con cerca de 21.000 sirios y turcos que no tuvieron esa suerte.

La ciudad de Adiyaman, de unos 350.000 habitantes, al sureste de Turquía, cuenta con una área metropolitana donde apenas ha llegado ayuda. «Aquí hay zonas derruidas a las que todavía no ha accedido nadie. Nosotros trabajaremos en los edificios que están limpiando», se repite Mur en otra de sus grabaciones.

Los 7 del parque de Broto van a luchar una semana para intentar sacar al mayor número de personas posible. Kike, Alejandro, Leticia, Pablo, Emilio, Marta y otro Kike más. En realidad tendrían que ser los 10 de Turquía porque con ellos están trabajando India, Dea y Tom, tres  perros especializados en búsqueda de personas en catástrofes. Son ellos los que marcan, lo que localizan ese llanto, esa respiración entrecortada, ese hilo de voz pidiendo ayuda mientras llevan horas aplastados intentando sobrevivir.

Nos cuentan algunos de sus compañeros de Zaragoza que trabajan sin descanso, que duermen lo justo para mantener las fuerzas y que invierten el mayor número de horas en buscar, en recuperar supervivientes. Y a pesar de todo, tienen tiempo para narrar todo lo que hacen, para mantenernos informados a los medios a través del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento zaragozano.

«Muchas veces nos avisa alguien que ha oido algo o visto algún reflejo… Las comporbamos pero muchas son infundadas. algunas como la de la mujer que rescatamos con vida fue más una sensación. Presentíamos que había alguien»,dice este bombero experto en rescates.

TRABAJANDO BAJO CERO

Al esfuerzo del trabajo de rescate diario que estos bomberos y sanitarios realizan hay que añadir un elemento que juega en su contra. Están luchando con temperaturas muy duras, con termómetros que rara vez superan los cero grados en las horas más frías.

Durante el día no superan los 3 grados y la tensión aumenta ya que saben que se enfrentan a horas difíciles porque a partir de ahora solo esperan milagros. «Insisto en la difícil posibilidad de encontrar supervivientes tras 48 horas», relata Mur. Sin embargo, ellos seguirán trabajando en lo que saben hacer, salvar vidas. Son los 10 de Turquía, la esperanza de muchos bajo los escombros y el frío.