El esfuerzo y la entrega que están realizando los trabajadores de Correos, uno de los sectores con más contagiados por el coronavirus, está siendo encomiable. Una labor social en los momentos más críticos de una pandemia que deja miles de fallecidos.


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Sólo en Zaragoza, según fuentes de CSIF, unos 140 carteros recorren el territorio cada día para enviar los mensajes en sus diversas maneras a una población necesitada de buenas noticias, de ayuda sanitaria o incluso de deberes escolares.

Ana Cristina Guajardo, de 49 años, cartera en la zona de Alhama de Aragón, es un ejemplo de tantos otros. Con tres años en su labor intermitente en Correos no tiene plaza fija y está a la espera de sacarse la oposición.

«Estoy muy orgullosa de mi trabajo», asegura. «Llevo unas semanas de mucho estrés y mucho trabajo, porque me ha tocado asumir más pueblos por la baja de algunos compañeros. Pero a la vez estoy muy contenta con mi trabajo y con la gente tan maravillosa que hay en los pueblos. Esta situación nos está demostrando la parte más bonita de la solidaridad entre vecinos y pueblos«, reflexiona.

Ana Cristina trabaja de lunes a viernes llevando cartas, paquetes y más cosas a 14 pueblos de la provincia de Zaragoza. Entre ellos, Alhama, Jaraba, Abanto, Embid de Ariza o Cubel. Cada día recorre entre 120 y 130 kilómetros. Va con mascarilla y guantes desde el principio del estado de alarma. En un inicio, con materiales costeados por ella y a los pocos días con los que le proporcionó Correos.

«ME HACEN ENCARGOS, TIENEN MI MÓVIL»

«Son pueblos en los que vive mucha gente mayor, muchos no tienen ni una tienda. Me hacen encargos, yo compro por la tarde al salir de trabajar y les llevo cosas al día siguiente: leche, jabón, papel higiénico, sémola… Me regalan huevos de gallina y chorizos caseros», cuenta.

Los alcaldes y muchos vecinos tienen el móvil de Ana Cristina, por lo que cuando llega a los pueblos ya le están esperando en la puerta de su casa, incluso para aplaudirle por el trabajo.


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«Una niña que vive en Jaraba me hace dibujos para que le lleve a su abuela, que vive en Calmarza», detalla. Otro de sus cometidos es llevar los deberes a los niños en confinamiento. Los profesores preparan las tareas escolares y, al no tener algunas familias internet, ella los reparte dos días a la semana a los niños.

E incluso, en algunos pueblos hay gente cosiendo mascarillas en sus casas que cuando ven a Ana Cristina se las dan para que las envíe a residencias de otros pueblos de la provincia.