Nunca antes un puente supo tanto a libertad, al menos para los habitantes de Zaragoza, que tras mucho tiempo sin poder salir de la ciudad, este fin de semana largo de la Cincomarzada tienen tres días para poderlo hacer. El anuncio por parte de las autoridades de la flexibilización de las restricciones de movilidad ha sido como el pistoletazo de salida de la carrera de los planes lejos del asfalto.


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Al menos así lo están notando en las casas rurales de la provincia de Zaragoza, donde el teléfono no ha dejado de sonar en estas últimas dos semanas y las reservas van en aumento. En concreto, los pueblos del Moncayo y la comarca de Calatayud son los más demandados como destino para pasar este puente de la Cincomarzada. Será el primero en meses en el que se puede viajar con libertad por la provincia.

“Aunque todavía no tenemos datos de ocupación porque hay mucha gente que espera a reservar en el último momento, esas dos zonas están teniendo mucha demanda”, explica Jesús Marco, presidente de la Federación Aragonesa de Turismo Rural, tras las conservaciones que ha mantenido esta semana con empresarios turísticos de la provincia de Zaragoza.

La entidad a la que representa aglutina unos 1.400 alojamientos de turismo rural de Aragón, de los que unos 580 están en la provincia de Teruel, 600 en la de Huesca y cerca de 400 en la provincia de Zaragoza. Por el momento, esta última está siendo la más beneficiada en lo que a reactivación del turismo se refiere, motivado por las ganas de salir de los habitantes de la capital, el núcleo de mayor densidad poblacional de Aragón.


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“Estamos tranquilos porque creemos que en este momento la gente es más responsable y tiene más cuidado en los planes de ocio que organiza”, dice Marco, dando voz a un colectivo que vela por prestar un servicio seguro. “Desde las casas rurales siempre tenemos cierto miedo porque en estos meses de pandemia no se está mostrando demasiada responsabilidad”, añade.

Marco se refiere así a clientes que, si superan el número máximo de personas permitidas para reuniones, reservan dos casas contiguas para después hacer vida común todos juntos. “Debemos tratar de evitar este tipo de comportamientos y detectarlos, si puede ser, en el momento de hacer la reserva porque es un peligro para todos”, comenta.

Por el momento, a dos días del puente, los teléfonos siguen sonando y las reservas van cayendo a través de unas páginas web que durante muchos meses apenas han tenido visitas.

En contra de esta esperanzadora tendencia al alza están los pronósticos meteorológicos, que auguran lluvias para el fin de semana. Esto, sumado a la tónica actual de cerrar planes en el último momento hace que la incertidumbre y la poca previsión se unan a la fiesta de las casas rurales. Como anfitriones, sus dueños, que se han convertido en malabaristas por obligación.

Que los bares y restaurantes cierren pronto tampoco favorece que el turista se anime, porque parte del encanto de estas escapadas está en comer o cenar fuera de casa”, añade Marco, como otra de las desventajas de esta situación.


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En cualquier caso, las ganas de salir de Zaragoza y de cambiar un piso en la ciudad por una casa en el monte, aunque solo sea durante tres días, ya se dejan sentir en un sector, el del turismo rural, que pide, ante todo, responsabilidad social.