El número de niños y adolescentes que sufren enfermedades mentales se ha incrementado tras la pandemia. En España, los casos han aumentado hasta un 47%, tal y como se desprende de los últimos datos recogidos por el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, que integra a diversas asociaciones pediátricas de ámbito nacional.   

Ante esta situación, es clave detectar los síntomas de las diferentes patologías para abordar su tratamiento. En la infancia, los trastornos más comunes son los derivados del neurodesarrollo, como el Trastorno del Espectro Autista (TEA) o el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), mientras que, en la adolescencia, las enfermedades más frecuentes son la depresión o la ansiedad.  

SEÑALES DE ALARMA HABITUALES

Dentro de los problemas relacionados con el neurodesarrollo, la doctora Silvia Mabry, especialista en psiquiatría infantil en Quirónsalud Zaragoza, explica que “los síntomas que podemos encontrar en los niños serían que no cumplen con los hitos normales de desarrollo o que comienzan con un fracaso escolar, por lo que son los colegios o los propios padres los que detectan estos primeros signos”.   

Respecto al autismo, las señales empiezan a aparecer en torno a los tres años. Suelen ser bebés que no fijan la mirada en los padres, no manifiestan un interés por la interacción social y sólo buscan que el adulto les preste atención para cubrir necesidades básicas como comer. “No existe una sonrisa social y la relación con los demás no es importante para estos niños”, añade la especialista.  

En cuanto a la depresión y la ansiedad en la adolescencia, la doctora indica que, a veces, es mucho más complicado detectar estos síntomas. “En esta etapa, puede ser normal que tengan bajones o que se aíslen; pero, cuando estos comportamientos se prolongan en el tiempo, hay que acudir a un especialista”, puntualiza.  

El equipo de psiquiatría infantil de Quirónsalud Zaragoza realiza un abordaje tanto psicoterapéutico como psicofarmacológico en los casos que considera necesario y ofrece herramientas a las familias y a los colegios para ayudarles ante este tipo de problemas.

CONTROLAR EL USO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Las nuevas tecnologías pueden contribuir a agravar la salud mental de niños y adolescentes. Existe un riesgo de adicción, ya que el contenido de las redes se renueva constantemente e implica que no hay espacio para el aburrimiento. “Los niños acaban por no relacionarse con sus compañeros o con sus iguales, lo que genera que las interacciones sean cada vez más distantes”, advierte. Además, el aislamiento social provoca depresión y ansiedad. Para la especialista, las herramientas tecnológicas son importantes, aunque considera que su uso debería ser limitado y con un control parental para que no tengan acceso a contenido que todavía no están preparados para procesar.  

Por otro lado, la doctora apunta que “los padres tienen miedo a que sus hijos fracasen y no puedan llevar una vida adulta independiente y satisfactoria”. “En este sentido -continúa-, desde la unidad, intentamos dar pautas y acompañamiento a estas familias para lograr un buen desarrollo de estos menores hacia la vida adulta”.  

Con este vídeo, la especialista Silvia Mabry aborda las principales patologías en niños y adolescentes. ‘SALUDitos’ es un proyecto de Quirónsalud Zaragoza en el que el equipo médico de la Unidad de Pediatría profundiza en las enfermedades propias de los niños, los síntomas que indican que debemos ir al especialista o las diferencias que hay con las dolencias de los adultos.