El sector taurino no remonta. Cada vez, año tras año, se están reduciendo sus espectáculos. Los tiempos de la bonanza, donde todo era de oro, se terminaron.

Todo se masificó, y todo se saturó por el boom económico de España. Sobre todo por la burbuja inmobiliaria, debido a que los constructores vieron en el sector taurino un lugar donde invertir.

Durante esos años, aumentaron el número de toreros, novilleros, ganaderos y, principalmente, el número de festejos. Bien es cierto que desde el año 1986 no dejaron de crecer.

Concretamente, hay dos años que ostentan el récord de corridas de toros celebradas en España, en el año 1998 con 958 corridas de toros, y en el año 2007 (último año de bonanza para el sector taurino) con 953 corridas de toros.


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A partir del crash de 2008, ligado indiscutiblemente a la crisis económica posterior, todos los festejos comenzaron a reducirse. Y no así el número de profesionales.

Lo que conlleva que, desde entonces, salvo las primeras figuras del toreo, un alto número de profesionales se encuentren fuera de torear un número importante de festejos, en un espectáculo cada vez mas monopolizado por empresarios que ejercen también como ganaderos y apoderados.

Y por tanto, deja poco espacio a nuevos valores o toreros regionales que hasta entonces vivían de los festejos que toreaban en su zonas de residencia.

SIN SALIDA

Ejemplo de ello son las circunstancias por las que están pasando los nueve matadores de toros aragoneses (toreros de alternativa) en activo.

De ellos, en 2017, el que más paseíllos sumó en Aragón de los 63 puestos habilitados en 21 corridas de toros celebradas en Aragón fue el torero cincovillés Alberto Álvarez con 2 paseíllos en Zaragoza y Ejea de los Caballeros.

Seguido del torero de la Ribera Alta del Ebro; Imanol Sánchez con 1 paseíllo en Calatayud.

Por lo tanto, tan sólo en el 4,76% de los puestos habilitados en corridas de toros se contó con toreros aragoneses. Un número que evidencia la falta de apoyo empresarial, e institucional, a los toreros aragoneses.

Si sumamos a estos, los puestos de los espadas aragoneses en cualquier festejo mayor (festivales, novilladas, corridas de toros y de rejones) el porcentaje aumenta mínimamente, ya que algunos de los no citados también actuaron en otro tipo de festejos.

Tan sólo el 4,76% de los puestos habilitados en corridas de toros fue para toreros aragoneses

Actuaron en festivales, novilladas y corridas de rejones el también matador altoribereño Daniel Cuevas, el novillero Jorge Isiegas, quién en su escalafón fue el único en actuar en tierras aragonesas con 4 paseíllos, y el rejoneador bilbilitano Mario Pérez Langa, quién fue el profesional aragonés que más veces actuó en la Comunidad Autónoma con un total de 7 paseíllos.

¿POR QUÉ?

La dramática situación que vive el mundo del toro, con especial incidencia en Aragón, se debe a varios factores.

En la drástica reducción de festejos mayores, por un lado, en el monopolio del sector taurino -quién comienza su empresa con los carteles hechos en cualquiera de sus plazas-, y por la exclusión de los toreros aragoneses.

Respecto al último factor, hay que tener en cuenta que es desde las administraciones públicas donde se elaboran los pliegos de condiciones de licitación de cualquier plaza de toros. Y en la mayoría de pliegos, no se prima la presencia de toreros aragoneses.

Por ejemplo, en ninguna de las tres principales ferias de Aragón se tiene en cuenta la presencia de toreros aragoneses.


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Sin embargo, sí sucede en el resto de comunidades autónomas. O, sin ir más lejos, como venía sucediendo hasta hace varios años en el pliego de condiciones de licitación para la gestión de la plaza de toros de Zaragoza.

De las plazas menores de Aragón, tan sólo Calatayud y Ejea de los Caballeros incentivan en el pliego de condiciones la inclusión de los toreros autonómicos, de ahí que siempre se cuente en sus festejos con al menos uno de ellos.

En ninguna de las tres principales ferias de Aragón se tiene en cuenta la presencia de toreros aragoneses

Este abandono de los toreros aragoneses se incentiva, en cierta manera, por la falta de compromiso de las instituciones políticas al no hacer hincapié en promocionar y ayudar en los pliegos la inclusión de toreros regionales.

De la misma manera que hacen las administraciones con cualquier otro sector de la comunidad, donde no solo apoya lo autóctono, sino que en ocasiones lo subvenciona. Así como por el silencio de los propios profesionales.