Enel, principal accionista de Endesa, confirmó ayer jueves el cierre de la térmica de Andorra. El día del destierro de las cuencas mineras será el 30 de junio del 2020. En las cuencas mineras, políticos y sindicatos, adelantan a HOY ARAGÓN su pesimismo: «Nos destierra. Es un mazazo que no esperábamos». Desde la compañía eléctrica centraron sus declaraciones en la falta «un marco regulativo adecuado para el carbón nacional, la vida de esta central tenía un límite y estaba abocada al cierre«.

¿Y AHORA QUÉ?

La central térmica de Andorra produce electricidad desde hace más de 40 años. El cierre confirma la peor de las previsiones desde la zona turolense pese al descenso paulatino de la actividad. Actualmente trabajan poco más de 400 personas y cerca de 200 personas extraen lignito en las minas de Ariño, Foz de Calanda y Estercuel.

Sin contar con los cientos de empleos indirectos, desde el sector del transporte, servicios o industria de la maquinaria. Sin duda, es el destierro de las cuencas mineras por cerrar el principal motor de la zona. El alcalde de Ariño, Joaquín Noé, no dudaba en calificarlo de «mazazo» y entendía que «el cierre no tiene en cuenta las personas, sólo los números».

«El cierre no tiene en cuenta las personas, sólo los números»

El movimiento sindical muestra pesimismo e incertidumbre ante el futuro de la zona. Desde CCOO destacan que «no solo los puestos de trabajo directos en la central o las minas se irán al garete, si no todo el negocio que se mueve incluyendo la hostelería». La alcaldesa de Andorra, Sofía Ciércoles, destacó que «casi toda la provincia de Teruel morirá«.

SIN FUTURO

Nunca se perdió la esperanza de que Endesa cambiara de parecer y propusiera mantener abierta la térmica de Andorra. Pese a ese anhelo, movimientos sociales y políticos se sentaron en torno a la «Mesa por el futuro y la reindustrialización de Andorra-Sierra de Arcos».

El objetivo era exigir que el Gobierno de España y el aragonés se mojaran junto a las empresas del sector para actuar en un plan de reconversión real de la zona. Una propuesta que contemplaba una inversión de más de 200 millones de euros para adaptarse a la normativa ambiental que pide Europa.

El alcalde de Ariño, Joaquín Noé, recordaba que «en esta comarca vivimos de carbón. Es que nos pilla con el pie cambiado, no tenemos alternativa para vivir. Sin la térmica toda la comarca se muere«.