Debido al retraso en el progreso del plan de transición ecológica, la mala planificación encabezada por la ministra Teresa Ribera ha quedado de manifiesto ante la crisis que puede suponer la falta de gas para los próximos meses tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el corte del suministro que ya amenaza el país ruso al resto de Europa durante el próximo otoño. El Gobierno central se plantea ahora mantener abierta la central térmica gallega de As Pontes, con el fin de poder garantizar el suministro si la situación se recrudece.


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Si bien Ribera ha señalado que «no hay ninguna decisión tomada» y ésta está pendiente de la opinión técnica de Red Eléctrica, la vuelta a quemar carbón puede ser una alternativa viable que España no podrá aprovechar en su plenitud después de haber demolido, hace apenas dos meses la central térmica aragonesa de Andorra, uno de los motores de la comarca y de la provincia de Teruel en su conjunto.

La idea de volver a poner en funcionamiento las centrales de carbón es una de las iniciativas que ha aprobado Alemania, que ya ha entrado en vigor y permitirá ahorrar gas ahora en verano ante las posibles carencias en el periodo de más alta demanda: el invierno. La reactivación de las centrales de carbón y petróleo permitirá al país ahorrar entre 5 y 10 teravatios/hora de gas natural.

La premura en desmantelar las instalaciones en Andorra, a pesar de que tanto desde ayuntamientos de la zona y organizaciones sociales se pidió por activa y por pasiva el retraso, con el fin de garantizar una continuidad laboral, dejan ahora en entredicho una decisión que ha supuesto que ahora España y Aragón estén más desprotegidas ante una posible carencia energética derivada de las tensiones geopolíticas con Rusia.

Teruel es, además, uno de los territorios más vulnerables a la nueva transición energética, y el cierre de Andorra, hace ahora aproximadamente un año, ha supuesto un duro golpe. Durante décadas la minería y la energía térmica basada en la quema de carbón han sido uno de sus principales motores económicos.

El cierre paulatino de minas y centrales térmicas, debido a las crisis del sector minero, junto con las reconversiones industriales de finales del siglo XX y principios del siglo XXI y la falta de construcción de alternativas económicas han hecho que Teruel haya perdido un 47,31% de su población en un siglo, convirtiéndose en una de las provincias más despobladas de España.


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Si bien la generación de energías alternativas es una de las grandes apuestas de presente y futuro, su implantación no hace posible a día de hoy cubrir al 100% las demandas energéticas españolas. Ahora, con unas garantías de suministro en entredicho, en caso de que se recurra al carbón gallego, se pondrá de manifiesto un desagravio más a Aragón, que podría haber sido clave en esta situación de crisis.