Eran las nueve de la noche y habían terminado de hacer el recuento nocturno de presos. Un interno acababa de ser trasladado al módulo de aislamiento. «Venía agresivo, nervioso y había amenazado reiteradamente de muerte a su compañero de celda», recuerda un funcionario de prisiones del Centro Penitenciario de Zuera.


Publicidad


Este trabajador del Estado, que prefiere no desvelar su identidad, se acercó a la celda de este preso, habitual en peleas entre internos. «Si la persona tiene tendencia a la agresividad y a esto añades el nerviosismo que en ocasiones manifiestan al vivir esta pandemia desde una prisión…», advierte.

Algo rondaba su cabeza y volvió a revisar su celda porque tuvo un presentimiento desagradable. “Cuando llegué me lo encontré ahorcado. Lo descolgué y avisé a los compañeros”, explica. El preso había fabricado una cuerda con tiras de una manta que había deshecho. “No ha sido la primera vez ni, por desgracia, será la última. Llego diez minutos más tarde y no lo cuenta”, reconoce.

PRISIÓN EN PANDEMIA

Esta crisis sanitaria que estamos viviendo también ha dejado su huella en las prisiones aragonesas. En total, ocho funcionarios han dado positivo por coronavirus. ”Ahora tenemos mascarillas quirúrgicas y unos pares de guantes, pero nada más”, afirma.

“Al inicio, todos pensábamos que iba a suceder como en Italia con motines y revueltas de internos”, explica. Sin embargo, reconoce este experimentado funcionario, los internos están asumiendo bastante bien la situación. “Ahora somos su familia, su única conexión con el exterior, además de la televisión y las llamadas de teléfono y vídeo conferencias que hacen con sus familiares” dice.

Añade este funcionario que la mayoría de los presos confían en ellos y, gracias a eso, los días en este estado de alarma se van desarrollando con relativa normalidad.

“En este situación de pandemia estamos demostrando que hacemos una labor pedagógica y de contención muy superior a la que cabría esperar”, reivindica.