Ha cumplido la mayoría de edad rescatando a personas y, como dice él, a sus bienes. «Lo dice nuestro reglamento: Debemos salvaguardar a las personas y a sus bienes. De hecho, muchas veces, después de salvar una vida nos preguntan por su bolso, su bicicleta, sus esquís«, relata el Guardia Civil Kiko Navarro. Jaca es ahora su residencia y lugar de trabajo. Ahora, en plena temporada alta de invierno, la mayoría de las llamadas que reciben son por avalanchas y caídas en escalada o esquiando. Pero su primera vez tuvo lugar sin nieve lejos de la alta montaña.

«Yo me di cuenta de lo importante que es nuestro trabajo en Riglos, en mi primer rescate. Estábamos de prácticas y una persona cayó al vacío. Fuimos en el acto y la sacamos con vida», recuerda este Guardia Civil. La subida de temperaturas, la lluvia y la nieva caída han preparado un coctel perfecto para que se produzcan aludes. Una situación de rescate que, reconoce, es estresante.

«Hemos llegado a buscar a una persona en un espacio de un kilómetro de largo y 400 metros de ancho. ¿Por dónde empezar? Siempre hay un guante, un esquí roto, y lo normal es que acabes en la cola de la avalancha. Pero cuidado, porque puedas aparecer en cuarquier lado», asegura Navarro.

Acaba de participar en un encuentro de equipos de rescate en Panticosa, con perros entrenados para buscar personas y con el objetivo de aprender los unos de los otros. «Se celebra cada dos años y siempre aporta mucho a lo que hacemos».

LA BÚSQUEDA DEL FALLECIDO EN FORMIGAL

Kiko Navarro participó en la búsqueda del joven valenciano que desaparecía una noche en Formigal y cuyo cuerpo apareció sin vida días después bajo la nieve. Un operativo de rescate un tanto atípico pero para el que redoblaron esfuerzos. «De noche, con frío, bajo ventisca y si no conoces la zona puedes perderte y los compañeros de Policía Judicial están investigando los hechos«, dice. 

En algunos casos son las imprudencias las que originan posteriores rescates. Kiko Navarro no considera que sean muy habituales pero sí que reconoce que se ha encontrado con situaciones subrrealistas. «Afrontar la pico Balaitus, uno de los tresmiles más famosos del Pirineo, por la gran diagonal, en chancletas…. Yo eso lo he visto», asegura este experto en rescates.

Desde hace dos años tiene un nuevo compañero que vive con él y se ha convertido en uno más de su familia. «Se llama Unkar y es un perro de rescate. Llevaba tiempo queriendo tener el título de guía canino y con este compañero me siento mucho más seguro». Ambos ya han vivido momentos delicados. Saben que son compañeros y sus vidas dependen el uno del otro.

«De hecho, uno de los días que buscábamos al chico en Formigal, Unkar pisó una placa de hielo y se sumergió en el agua helada. Tuve que sacarle porque se ahogaba«, asegura Navarro, un Guardia Civil de Jaca que trabaja salvando la vida de personas, y que no dudará en volver a hacer su trabajo si mañana vuelve a recibir la llamada de socorro.