La cría de ovejas ha tenido una presencia destacada a lo largo de la historia de Huesca, al ser una provincia española con una larga tradición agrícola y ganadera. El ovino, ha sido uno de los principales pilares de la ganadería en esta región.

A pesar de ello, de unos años hasta ahora la ganadería ovina en Huesca ha enfrentado desafíos como la disminución de la rentabilidad, el envejecimiento de los ganaderos y la competencia de otros sectores agrícolas. Todo ello sumado a un incremento de cierre de explotaciones, amenaza la continuidad de una actividad que tiene importantes implicaciones económicas, sociales y medioambientales.

Solo en la provincia de Huesca se han perdido 474 rebaños en los últimos 10 años, cada 7 días desaparece un rebaño, con todas las implicaciones que esto tiene para los pueblos y su entorno. En los últimos seis años han desaparecido 407 ganaderías y el censo se ha reducido en 136.018 ovejas reproductoras. 

Uno de los mayores problemas es el relevo generacional. Muchas explotaciones desaparecen porque no tienen relevo, aunque también hay otras que abandonan la actividad porque no tienen viabilidad suficiente ni condiciones adecuadas para continuar. Desde Pastores, la mayor cooperativa de ovino de Aragón y una de las más grandes de España y de Europa, defienden la presencia de los rebaños en los pueblos, para defender la vida y la biodiversidad en el medio rural.

«Sin personas que vivan día y noche en nuestros pueblos y con sus ovejas o vacas que recorran nuestros campos y montes, se van a perder para todos: las fuentes, los senderos, los accesos, los arbolados, los refugios, las parcelas con diversos cultivos, los bosques, los puertos, las vegas, los edificios, los cursos de agua, las razas, los productos tradicionales, las fiestas,…», denuncian desde la cooperativa.

Sin embargo, aquellos escasos jóvenes que quieren dedicarse a la actividad se encuentran con muchas complicaciones a la hora de hacerlo. El joven recibe el dinero dos años después de su incorporación, periodo en el que tiene que hacer frente con la financiación propia a las elevadas inversiones en instalaciones, ganados, pastos…

Además, se suma la dificultad de encontrar trabajadores especializados en la actividad, pero también una excesiva burocracia. La gran cantidad de papeleo que tiene que realizar el ganadero (identificación animal, gestión de los cuadernos, estiércoles, pastos, reducción de antibióticos) cuando llega a su casa después de su jornada laboral.

Una situación y evolución preocupante a pesar de seguir teniendo en Aragón casi 3.000 ganaderías con un millón de ovejas.