Mucho tiempo se lleva hablando de la salida a bolsa de Ibercaja, un anuncio que la entidad financiera realizó este mes de enero y que supone una operación sin precedentes que oscila entre los 1.500 y los 2.000 millones. Ibercaja, para cumplir la ley de cajas y no tener que crear un fondo específico, tiene que salir a Bolsa este año, después de que el Gobierno le ampliara el plazo por dos años con el estallido de la pandemia.

No obstante, el banco ha decidio retrasar su salida a bolsa, una decisión que viene motivada por la alta volatilidad actual de los mercados de capitales internacionales. La decisión, tomada por el Consejo de Administración, busca esperar a que los mercados vuelvan a una situación de mayor normalidad antes de continuar con su oferta pública inicial de acciones ordinarias del banco, comenzada formalmente el pasado 20 de enero a través de la publicación del documento Intention to Float (ITF).

La elevada tensión geopolítica global ha sido determinante también para que otras operaciones similares en Europa igualmente hayan decidido durante los últimos días esperar a una mayor normalización del mercado para culminar sus procesos, como la de la compañía tecnológica holandesa We Transfer o la farmacéutica alemana Cheplapharm.

Ibercaja ha comunicado que prosigue desarrollando los preparativos de la operación con la formulación de las cuentas anuales cerradas a 31 de diciembre de 2021, que se va a llevar a cabo en las próximas semanas. Se trata de una labor prácticamente cerrada, de la que apenas quedan unos flecos.

CAUTELA POR LA CRISIS GENERADA EN UCRANIA

El asalto al parqué financiero por parte del banco aragonés debía producirse el 11 de febrero, pero la situación global, muy marcada por un conflicto en Ucrania que puede estallar en cualquier momento, hace que Ibercaja sea cauta y espere a que la situación del mercado le sea favorable, en una de las operaciones más importantes que ha llevado a cabo la entidad financiera en sus 145 años de hostoria.

Cabe recordar que la macro operación está pilotada por JP Morgan y Morgan Stanley, que actúan como coordinadores globales de la oferta. Bank of America y UBS actúan como colocadores, mientras que Alantra, Stifel y Société Générale se sitúan en un tercer escalón y Rothschild es asesor financiero independiente.

Con esta operación, la entidad también quiere favorecer las tres transformaciones que dice tener en marcha: la comercial, la operativa y la financiera. En caso de que se amplíe el tamaño de la operación a través de la denominada opción green shoeel importe que mantendría la Fundación ascendería al 46,09% del capital.