Manuel Giménez Larraz, hijo del presidente del PP de Aragón asesinado por ETA hace 17 años, Manuel Giménez Abad, se ha referido hoy a la «disolución judicial, que no voluntaria» de la banda terrorista y ha rechazado de plano que se negocie con grupos sin representación en los parlamentos y que basan su fuerza en las pistolas.


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Manuel Giménez Larraz, copresidente de la fundación que en las Cortes de Aragón lleva el nombre de su padre, ha participado hoy, como desde hace 16 años, en el acto de homenaje a su padre, asesinado por ETA en plena calle en Zaragoza, el 6 de mayo de 2001, cuando, acompañado por su hijo Borja, se encaminaba a la Romareda a ver un partido del Real Zaragoza.

ETA oficializa su disolución el mismo día en el que el Parlamento aragonés acoge el homenaje a una de sus víctimas, un hombre cuyo recuerdo «permanece a pesar del implacable paso de los años» y que fue asesinado por defender la libertad, la igualdad y el pluralismo político frente a quienes cercenaron esto valores.

EL FIN DE ETA

La disolución no es voluntaria por mucho que así se pretenda que parezca, ha dicho Giménez Larraz, quien ha insistido en que el fin de ETA es resultado del «firme pulso» mantenido con la banda durante decenas de años, en los que se derramó mucha sangre por el camino.

Han jugado en la disolución, a su juicio, dos cuestiones fundamentales: la unidad de las fuerzas políticas del país y la aplicación «decidida» de las herramientas de las que se ha dotado el Estado de Derecho.

Así, el hijo del político asesinado ha puesto en valor la firma del Pacto Antiterrorista, con el que España se desprendió de la «timidez» y se dotó de las mejores armas democráticas hasta «acorralar» a ETA, ilegalizar su entramado político, económico y mediático y, finalmente, «dejarla moribunda».

«El fin de ETA es resultado del firme pulso mantenido con la banda durante decenas de años»

«Ni Francia ni el Reino Unido, ni Israel, ni Alemania, ni Estados Unidos han mantenido la misma firmeza» en sus políticas antiterroristas, ha recalcado.

LAS VÍCTIMAS

Para Giménez Larraz, en esta «escenificación» de la derrota de ETA, ha destacado que «seguiré defendiendo el papel de mi padre y de las víctimas del terrorismo como símbolo moral» porque recuerdan lo que está en juego: «la posibilidad de vivir la vida en paz, conviviendo y tratando de ser felices».

Giménez Larraz, ya no como víctima sino como ciudadano, sigue reivindicando que no se puede negociar con grupos que sustentan su fuerza «en su pasado de terror«, sino que estos deben de tener la valentía de conseguir representación parlamentaria para intercambiar las palabras «con total transparencia» y sin que las pistolas sean una ventaja.

Y es que, ha agregado, la «poderosa razón ética y moral» corresponde solo a quienes no han asesinado, secuestrado, extorsionado o jaleado a los asesinos».

Sin embargo, para Giménez Larraz, «la paz no se puede llevar por delante la justicia» y tampoco la igualdad.

En este sentido, ha considerado que una lengua y una cultura propias no hace distinto a nadie, y ese es el error que a su juicio ha cometido el «nacionalismo étnico» en el que se basó ETA para causar «la mayor tragedia de la historia contemporánea» en este país.

«La paz no se puede llevar por delante la justicia»

En el acto de homenaje también ha intervenido la presidenta de las Cortes, Violeta Barba, quien ha lanzado un mensaje de confianza en el futuro colectivo y ha asegurado de Giménez Abad encarna una visión pública y privada de la tolerancia que no se debe dejar de reivindicar.

Se ha concedido, asimismo, el XV premio Manuel Giménez Abad para trabajos de investigación sobre descentralización política, que ha recaído en Ignacio Durban por el titulado ‘Estado autonómico y pluralidad legislativa en España».