Las ciudades se reinventan de forma continua. Y más, en una ciudad de 2.000 años de historia que ha sido ciudad romana, musulmana, capital del reino de Aragón… Hay solares y edificios que han permanecido inalterables con el mismo uso durante siglos, como la Seo, en cuyo solar anteriormente se levantó una mezquita, y anteriormente, un templo romano. O la plaza del Pilar, un espacio que a pesar de los cambios que ha vivido a través de la historia, siempre ha sido centro del poder político y religioso de la ciudad.

La plaza de los Sitios es otro de los centros neurálgicos de la ciudad que desde su nacimiento ha estado ligado al ocio y al disfrute de los zaragozanos. Desde la expansión urbana que supuso la Exposición Hispano Francesa de 1908, la plaza y su entorno se convirtió en uno de los grandes espacios de ocio del centro de la ciudad, con varios grandes teatros y cines en su entorno. La plaza también acogió el quiosco de la Música, e incluso estuvo a punto de levantarse un nuevo ayuntamiento. En la actualidad, además del espacio verde en el que juegan y corretean decenas de niños y niñas, la zona y su entorno albergan un dinámico distrito gourmet repleto de restaurantes de moda.

PETIT PARK, EL EPICENTRO DEL OCIO Y LA VIDA SOCIAL ZARAGOZANA A COMIENZOS DEL SIGLO xx

Petit Park Zaragoza

Espectáculo de jota en el teatro del Petit Park. Al fondo, el Teatro Circo y la chimenea de la central eléctrica de ERZ en la calle Isaac ( Peral / Archivo Julio Requejo – GAZA

Tras la celebración de la Exposición Hispano Francesa que conmemoró el centenario de Los Sitios de Zaragoza y que permitió urbanizar la huerta de Santa Engracia, en una zona aún sin urbanizar al lado de la nueva plaza de Castelar, se levantó Petit Park. Un recinto de ocio que aunaba el concepto de parque de atracciones y un teatro al aire libre para espectáculos y música en directo, tal y como tal y como señalan en dos investigadoras de la Universidad de Zaragoza, Mónica Vázquez Astorga y Rebeca Carretero Calvo en el estudio publicado por la Institución Fernando El Católico «Instantáneas de un Paraíso de recreo en Zaragoza: el desaparecido Petit Park, luego Saturno Park (1916-1925).

Este recinto de aires franceses fue inaugurado en 1916 siguiendo los modelos de otros parque similares que ya existían en otras capitales europeas, y estuvo en activo hasta que se completó la urbanización de la zona allá por 1925. El recinto tuvo dos épocas, la primera, como Petit Park, estaba especialmente orientado al público infantil, y abría de mayo a octubre por las condiciones meteorológicas. Pero el recinto programado como parque infantil tuvo tanto éxito entre los adultos gracias al diseño y al ambiente que se podía vivir allí, que pronto comenzó a transformarse. Así, la segunda etapa del parque comenzó en 1920, cuando el recinto cambió de nombre a Saturno Park, y se orientó más hacia el público adulto. En aquel momento, el recinto se anunciaba afirmando que «todo el mundo que quisiera distraerse y divertirse debía ir al Saturno Park», explican Vázquez Astorga y Carretero Calvo en su investigación. 

Petit Park Zaragoza

La churrería de Petit Park / Fototipia de Lucas Escolá – GAZA

Desde su inauguración, esta zona de ocio se configuró como parque de recreo y punto de reunión de la sociedad más distinguida de la época, llegando a recibir incluso la visita de la infanta Isabel de Borbón y Borbón en 1917. Dentro del recinto, además del teatro circo, había atracciones (como un tren de vapor, un carrusel, coches eléctricos que se desplazaban sobre una pista fija, un tobogán gigante o un laberinto), restaurante, café y un cabaret al más puro estilo parisino. Las investigadoras recogen en su estudio que «partir de la una de la noche actuaban en él las más bellas y renombradas artistas de teatro, sobre lujosa alfombra orlada de flores.» También se programaban fuegos artificiales y sesiones de cine por las noches.


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En el teatro se ofrecían escogidos conciertos al caer la tarde y veladas musicales y sesiones de baile al aire libre, muy en boga en la época. Por este escenario pasaron bandas militares, rondallas, orquestas vienesas, compañías de zarzuela… y por supuesto, jotas. Porque durante muchos años, este recinto fue la sede de la mayor parte de los festivales de jota celebrados en Zaragoza, «con especial concurrencia durante las fiestas del Pilar«, explican las investigadoras en su estudio.