Los casos de trombos producidos en un número pequeño de personas que han recibido la vacuna contra el coronavirus están retrasando las campañas de vacunación de todos los países.

Hasta el momento, han sido las dosis de Janssen, AstraZeneca y Sputnik V las que han provocado estas trombosis. Así, hemos visto cómo Janssen ha paralizado sus entregas en Europa tras detener la vacunación en Estados Unidos y también cómo España ha limitado la administración de AstraZeneca a personas entre 60 y 69 años.


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Sin embargo, los casos de trombosis se están produciendo con las vacunas de Janssen, AstraZeneca y Sputnik V, pero no con las de Pfizer y Moderna, los dos primeros antídotos contra el coronavirus aprobados por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés). El epidemiólogo Oriol Mitjà explica por qué se producen trombos en unas vacunas y no en otras.

“Las vacunas tienen dos partes, una primera la proteína de la espiga y la otra es el coche, el vehículo donde va metida esa receta. Casi todas las vacunas llevan un antígeno muy parecidos. Luego tenemos dos vehículos, uno es el ARN, que llevan Pfizer y Moderna, que lleva el granito de grasa, y otro es un adenovirus”, explica el experto.

El problema, asegura Mitjà, “está en el vehículo” y es “en el adenovirus el que teóricamente induciría esa tormenta de trombos”. En este sentido, las vacunas de AstraZeneca, Janssen y Sputnik V utilizan como vehículo un adenovirus parecido. Mientras, las de Pfizer y Moderna emplean como vehículo el ARN, lo que explicaría la no aparición de trombos con estas vacunas.

La diferencia de las vacunas es por tanto el vehículo que utilizan. En AstraZeneca han cogido un virus que provoca resfriados en chimpancés (adenovirus). Janssen, por su parte, ha elegido un virus humano, el Ad26, lo ha modificado para que no se reproduzca en humanos y le ha puesto una proteína del coronavirus, la S, que le permite entrar en las células. El sistema inmunitario crea defensas para que cuando detecte esta proteína S se proteja y evite que entre en las células. Así el coronavirus no se producirá.


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Las vacunas de Pfizer y Moderna son distintas. Utilizan un sistema, el ARN mensajero, que no se había probado nunca. En estas vacunas, en lugar de introducir en el organismo un virus atenuado o una parte de este para que nuestro cuerpo reacciones y desarrolle defensas frente al invasor, lo que ocurre es que el ARN mensajero da las instrucciones para que sea nuestro propio organismo el que produzca el antígeno.


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Por tanto, y aunque la seguridad no es nunca cien por cien, todo hace indicar, al menos por el momento, que el sistema ARN mensajero es menos invasivo y eso explicaría la no aparición de trombos en estas dos vacunas