La megalópolis china de Pekín, donde viven más de 22 millones de personas, está en una situación tan grave como desalentadora por un nuevo brote de COVID-19 que ha obligado a cerrar gran parte de la ciudad para contener el virus.
Las restricciones son tan severas que ha replegado su desescalada y amenaza con “castigos severos” a quienes se salten las condiciones de movilidad impuestas.
El Gobierno municipal de Pekín amplió las medidas de control y prevención epidemiológicas para detener la propagación del nuevo brote de coronavirus detectado en el principal mercado de la capital china, informó la prensa local.
Con unas 112 hectáreas, el mercado es el mayor de este tipo en Asia y provee alimentos a provincias del norte del país, explica el diario The South China Morning Post (SCMP).
“Pekín ha entrado en un periodo extraordinario. Pueblos y comunidades residenciales deben trabajar rápidamente, en estado de guerra, para prevenir la transmisión del virus en la capital”, afirmó el lunes en rueda de prensa el funcionario municipal Xu Ying.
Así, personas consideradas de “alto riesgo” -como contactos cercanos de los 106 casos confirmados desde el pasado jueves- no podrán abandonar la capital, y quienes lo hayan hecho ya deben informar a las autoridades, recoge el rotativo Global Times.
Global Times también asegura que hasta el momento más de 29 comunidades de vecinos situadas alrededor de los mercados de Xinfadi y de Yuquandong han quedado selladas, con lo que sus residentes permanecen confinados bajo estrictos controles de seguridad.