La reforma de la avenida Cataluña ha sido una demanda vecinal durante décadas y se va a hacer realidad muy pronto. De hecho, ya tiene plazo: 14 meses. Así lo ha anunciado el Ayuntamiento de Zaragoza, que aprueba esta misma semana del Pilar la adjudicación de las obras que permitirán transformar la antigua carretera que discurre entre la Z-30 y el paso elevado del ferrocarril en una calle arbolada, con aceras amplias y accesibles y espacios de descanso.


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En total el área de Infraestructuras reformará 23.890 metros cuadrados de superficie a lo largo de casi medio kilómetro de avenida. Contará con dos carriles de circulación por sentido para dar respuesta al tráfico que soporta pero al mismo tiempo se crearán nuevos elementos en su configuración para hacerla paseable y que los vecinos puedan disfrutar de ella.

Por un lado, se ampliará el espacio peatonal creando aceras de entre 10 y 12 metros de ancho totalmente accesibles. Sobre ellas se distribuirán una veintena de zonas ajardinadas con más de 80 árboles y otro tipo de vegetación, bancos y alumbrado con tecnología led de bajo consumo, que iluminará tanto la calzada como las aceras para mejorar la seguridad de los peatones.

Pensando también en la seguridad, la nueva avenida Avenida Cataluña incorporará una mediana con vegetación donde los peatones podrán parar de forma segura cuando crucen por los pasos de cebra habilitados. Además se creará un carril bici segregado de la calzada para favorecer la movilidad sostenible.

Planta de cómo quedará la avenida Cataluña tras su reforma / Ayto. Zaragoza

La reforma integral supondrá también la renovación de todas las conducciones de agua y saneamiento que discurren por el subsuelo, algunas de ellas de más de medio metro de diámetro.

De forma paralela, el área de Infraestructuras tiene ya muy avanzado el siguiente proyecto de intervención en la Avenida Cataluña. Se trata de la construcción de una gran rotonda bajo las vías del ferrocarril; una intervención muy compleja en la que los técnicos municipales llevan varios meses trabajando en coordinación con ADIF, el gestor de infraestructuras ferroviarias.


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La dificultad del proyecto radica en que el puente da soporte a dos líneas de tren (la de alta velocidad y la del ferrocarril convencional). Su estructura condiciona tanto la configuración de la rotonda como la renovación de los numerosos servicios que discurren por el subsuelo y que es necesario modificar.