La plaza de La Magdalena ha estrenado este lunes su nueva pavimentación con la que se ha buscado embellecer y destacar el entorno de la iglesia mudéjar. El área de Infraestructuras del Ayuntamiento de Zaragoza ha invertido 141.500 euros en esta obra que se ha ejecutado en dos meses y ha contado también con la intervención de la sección de Arqueología del Servicio de Cultura.

La plaza es ahora un espacio más diáfano y uniforme para dar mayor protagonismo al peatón y a la iglesia de La Magdalena, declarada Bien de Interés Cultural. Para ello se han eliminado todos los elementos que afeaban la plaza, como el aparcamiento de Bizi Zaragoza o el aparcamiento metálico de bicicletas particulares, que se han trasladado unos metros hasta el Coso.

La configuración de la plaza se ha mantenido pero se ha eliminado el viejo pavimento, que estaba muy deteriorado y construido en cuatro materiales distintos, entre ellos mármol que resbalaba con la humedad y la lluvia.

Para mejorar la seguridad de los peatones, en su lugar se ha colocado granito en tonalidades grises y rojizas, siguiendo la estética de otros puntos emblemáticos del Casco Histórico. Los alcorques de los árboles, por su parte, se han cubierto con pavimento drenante para aprovechar el agua de lluvia para el riego y mejorar la accesibilidad, ya que se eliminan los desniveles.

MÁS PEATONAL, MÁS ACCESIBLE Y MÁS LIMPIA

El alcalde Jorge Azcón y la consejera municipal de Infraestructuras, Patricia Cavero, han conocido el resultado de los trabajos, que se han realizado con la autorización de la Comisión de Patrimonio del Gobierno de Aragón.

En declaraciones a los medios de comunicación, Azcón ha explicado que con esta intervención la plaza de la Magdalena es «más peatonal, más accesible y más limpia«. Además, se ha eliminado la suciedad de las farolas, que estaban muy deterioradas. Ha sido una intervención en una zona del Casco Histórico y «que a la vista está, ha mejorado sensiblemente el resultado«.

LA ZARAGOZA ROMANA

La renovación de la Magdalena se quiere aprovechar además para difundir el pasado romano de la plaza, en cuyo subsuelo se conserva parte del pavimento del decumano máximo.

En ella se ubicaba también la antigua puerta oriental de la muralla romana del siglo III, derribada en 1867, conocida como Puerta o Arco de Valencia. De ella se conservan restos del pavimento y de una de las jambas en la fachada del edificio de la calle Mayor 71, y de la torre meridional en los sótanos de Coso 147.

Durante las obras, bajo la supervisión de la sección de Arqueología del Servicio de Cultura se han practicado sondeos para tratar de documentar nuevos restos de la puerta, en concreto de la torre norte, pero no se han hallado. A partir de ahora un trazado metálico de latón recuerda sobre el pavimento la anchura que debió de tener esa puerta y próximamente se colocará un hito con información e imágenes sobre su historia.

Además se han limpiado los dos murales de bronce realizados por Ignacio Mayayo y Antonio Germán y colocados en 1990 en la pared del Instituto Pedro de Luna. Uno de ellos reproduce el aspecto que tenía la Puerta de Valencia en el momento de su derribo y el otro la fachada de la antigua Universidad, demolida en 1969.