Su propio nombre lo indica. Los cascos antiguos de las ciudades y pueblos son las zonas más longevas, donde todo empezó y desde donde lo demás se fue expandiendo. Por este motivo, según la antigüedad de las localidades, conservar el buen estado de estos espacios requiere de constancia, respeto e inversión.


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Un trabajo que no en todas las localidades de Aragón se está sacando con nota. Para tratar de revitalizar los cascos históricos de algunas de ellas, colectivos de vecinos se han unido. Es el caso de Tarazona, con la ‘Plataforma Casco Histórico’, o de Calatayud, con ‘Salvemos el casco de Calatayud’.

Estos grupos son portavoces de una ciudadanía que quiere pasear por las calles con más solera de su municipio y sentir orgullo. Una sensación que no siempre es posible. Dada la antigüedad de algunos edificios, se producen derrumbes, y con la tendencia a vivir en el extrarradio, cada vez hay más locales vacíos. Motivado también por la crisis económica derivada de la covid, lo que antes era una zona en ebullición ahora es una espacio viejo y deteriorado.

En el caso de Tarazona, la ‘Plataforma Casco Histórico’ ha identificado seis zonas sobre las que creen que habría que actuar con urgencia. Se trata de la travesía de Magnate, las calles Hoyas y Cillas, el entorno de la Judería, el convento de la Concepción y el arco de la traición.

Así se lo han transmitido a las autoridades municipales turiasonenses, con las que se está en conversaciones, al igual que con la Fundación Tarazona Municipal. El objetivo de estos encuentros y de la creación de la propia plataforma es recuperar la vida en el casco histórico mediante la colaboración entre vecinos e instituciones.

Por su parte, el Ayuntamiento va lanzando anualmente planes de ayudas para rehabilitación de fachadas y otros conceptos. También acomete acciones de urgencia, la más reciente el pasado mes de febrero, cuando se sacaron a licitación las obras de consolidación de un edificio en la judería. El riesgo de derrumbe aceleró el proceso en la calle Rúa Alta de Bécquer, donde se actuará sobre una de las construcciones más antiguas de este barrio.

Los vecinos de Calatayud también se han unido para colaborar con las autoridades en pro de su casco histórico. Hace algo más de un mes, se formó la asociación ‘Salvemos el casco de Calatayud’, que persigue ser el nexo de unión entre ciudadanía e instituciones. A través de Facebook, comparten información sobre cuestiones urbanísticas en la localidad y se definen como una asociación abierta donde todos tienen cabida.


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Entre las últimas acciones del Ayuntamiento en el casco antiguo de Calatayud está la rehabilitación de la calle Morería Espinos. La zona, que conecta con los accesos al castillo Mayor, se encontraba deteriorada y es lugar de paso para muchos turistas. Las obras acaban de empezar y, entre otras mejoras, se renovará el pavimento y se soterrará el cableado eléctrico.

Por otro lado, dentro del Plan Estatal de Vivienda, Calatayud inyectará dos millones de euros en ayudas para construcciones públicas o privadas en el casco antiguo.

En Alcañiz, es raro el año en el que no se produce el derrumbe de ningún edificio en el casco histórico. Este problema viene derivado de la antigüedad de la mayoría de las casas y el abandono de algunas de ellas. Aunque no se ha constituido una plataforma como tal, algunos vecinos transmiten sus quejas en Facebook. 

El consistorio no tiene autoridad sobre viviendas privadas pero sí puede actuar en las calles. En este sentido, en el casco histórico alcañizano se han estado haciendo mejoras. La acción más reciente es la rehabilitación de la plaza del Deán, como parte del plan municipal de recuperación de la zona más antigua de la localidad. Para favorecer el tránsito por estos barrios, en noviembre se llevó a cabo la reordenación del tráfico en el casco. Atendiendo a la demanda vecinal, se trató de resolver así los problemas de circulación en calles estrechas.

Quizás por su tamaño más reducido y por tratarse de destinos mucho más turísticos, hay otras localidades aragonesas donde el estado de su casco histórico es digno de aplauso. Es el caso de Aínsa, donde la estética de las fachadas en piedra es homogénea y donde incluso se restringe en ciertos momento el acceso en coche a las calles más antiguas.


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Sos del Rey Católico, Alquézar o Albarracín son tres ejemplos de pueblos medievales donde la armonía se respira en sus cascos antiguos. Paradójicamente, son las calles más transitadas pero también las más cuidadas.