Este lunes el Pirineo aragonés ha temblado. Se ha podido sentir un terremoto de una magnitud de 4,2 grados en la escala de Richter, con una intensidad III, en algunos puntos muy concretos. Según la red de seguimiento sismográfica del Instituto Geográfico Nacional, en concreto en localidades como Benasque, Bielsa, Torla o Broto, entre otros muchos. Estas localidades están ubicadas en el Sobrarbe y Ribagorza.

El epicentro del terremoto ha estado más allá de los Pirineos aragoneses, en el municipio francés de La Mongie en la región de Midi-Pyrénées. Pero esto ya es un aviso, según los expertos: Aragón tiene probabilidades de sufrir un terremoto lo suficientemente destructivo e intenso como para provocar graves daños. El terremoto que ha tenido como epicentro La Mongie está a sólo 30 kilómetros de Bielsa. Pero esta realidad sísmica va más allá del Pirineo.

En zonas del Jiloca, por ejemplo, la actividad sísmica es más habitual de lo que se puede pensar. Las estaciones sísmicas que hay en Aragón detectan cientos de vibraciones en tan sólo un año. La mayoría pequeños y que no sin perceptibles por la población. Pero otros sí y algunos capaces de generar alguna catástrofe.

En 1428, en el municipio catalán de Queralbs (Gerona), en la Ribagorza catalana, la ciudad quedó reducida en su gran parte y se llegaron a contabilizar hasta 800 víctimas mortales. O en una zona más alejada del Pirineo, como en el municipio de Used (Zaragoza), en el año 1953.

Fuentes conocedoras de la situación sísmica de Aragón, y pertenecientes a la Universidad de Zaragoza, coinciden en apuntar que «cada vez hay más actividad» pero que en ningún caso debería ser extremadamente preocupante a corto plazo. Eso sí, hay zonas más sensibles que otras. En el caso de Teruel, por ejemplo, la falla del corredor del Jiloca tiene altas probabilidades de ser un lugar para un gran terremoto.

«Puede ser en cientos de años», afirman. En un plazo más breve, «llegará uno fuerte y crítico» con claro riesgo en la zona del canal de Berdún o en el entorno del municipio de Jaca, de hasta 6,5 en la escala de Richter, sin precisar en qué momento. Lo razonable es que sea en más de cien años por los estudios que manejan desde el Instituto Geológico Nacional. En líneas generales, para el resto de Aragón, la actividad sísmica es baja y en el corredor del valle del Ebro no hay ningún riesgo.