Que Torre Zaragoza es el edificio más eficiente de Zaragoza no es solo una frase redonda, es una realidad que corroboran los propios vecinos que habitan en estas viviendas. Los primeros propietarios que recibieron las llaves de su piso en el rascacielos de la capital aragonesa lo hicieron en abril de 2022. En total, esta torre de 106 metros se distribuye en 30 plantas, culminadas con cinco exclusivos áticos dúplex. El aislamiento, tanto climático como acústico, y la eficiencia energética, que reporta directamente en ahorro en la factura, son los principales aspectos que marcan la diferencia de Torre Zaragoza con el resto de edificios de la ciudad. 

Torre Zaragoza no sólo es el rascacielos más alto de la capital aragonesa sino que es una apuesta por la evolución. Su figura se divisa a kilómetros de la ciudad, con un estilo único e imponente. Inspirado en los rascacielos más modernos que se están construyendo, se ha hecho siguiendo los estándares más exigentes de eficiencia, lo que dota a las viviendas de una gran hermeticidad tanto acústica como térmica. El confort que aporta este aislamiento es otra de las grandes ventajas de vivir en Torre Zaragoza, gracias a los materiales empleados en su construcción.  

En los inmuebles, que son 285 con capacidad para unos mil habitantes, la eficiencia energética es máxima, por lo que la variación térmica en el interior de las viviendas tanto en verano como en invierno es mínima. 

Ester Zaragoza vive allí desde junio del año pasado. Desde entonces sabe lo que significa habitar en una casa sin ruidos y con total confort. “La gran ventaja es que nunca llegas a pasar un poco de frío o de calor porque la temperatura se mantiene constante”, asegura. Sin duda, se trata de una de las características más demandadas en la actualidad. “Tardamos en encender la calefacción pese a que en el exterior hiciera frío porque la vivienda se mantenía caliente por estar muy bien aislada. Lo mismo en verano, no pasamos nada de calor e incluso dormimos tapados”

Las ventanas de Benito Cortés dan a la pista de pádel pero dentro de la vivienda no se escucha nada. / LV

Este lujo de poder echarse una colcha por encima en pleno agosto en Zaragoza también lo disfrutan Benito Cortés y su mujer, que viven en su piso de Torre Zaragoza desde el verano pasado. Fueron de los primeros en comprar, en mayo de 2017, y que los inmuebles se construyeran para ser energéticamente eficientes fue uno de los principales motivos por los que tomaron la decisión.

“Antes teníamos calefacción de gas con radiadores y el calor era mucho más localizado. Ahora no tenemos que preocuparnos de subir o bajar de grados el termostato”, apuntan. Sobre el consumo, de agosto a noviembre pagaron 120 euros de luz, una media de 30 euros al mes, donde va incluido tanto la refrigeración como el agua caliente. Además, para Benito, que es alérgico al polen, el sistema de renovación de aire VMC (Ventilación Mecánica Controlada) es una gran ventaja, ya que filtra el aire del exterior y no tienen que abrir las ventanas para ventilar. 

El sistema de calefacción y refrigeración funciona con aerotermia por suelo radiante. / LV

La orientación de su piso es norte, dirección por donde el cierzo azota más en la ciudad. Lo eligieron así porque no querían que les diera el sol y preferían las vistas hacia esa dirección. Una decisión que quizás no hubieran tomado si las viviendas de Torre Zaragoza no estuvieran tan bien aisladas. “Incluso apagando la aerotermia en los días de más frío la temperatura de casa no baja de 21,5 grados”. 

Otro ejemplo es el de Javier Abad, cuya vivienda mira hacia el Moncayo y, cuando el viento sopla, ni se escucha ni baja la temperatura en su interior. “Desde que vivimos aquí, en la factura de la luz tenemos menos consumo que antes”, asegura. Junto con su pareja, están amueblando el que es su primer piso en propiedad, escogido tanto por la ubicación como por las soluciones eficientes. “Es un piso muy hermético”, reconoce este joven.  

Javier Abad escogió un piso en Torre Zaragoza por estar construidos con estándares eficientes. / LV

Para Antonia Romero y su familia mudarse a un piso en Torre Zaragoza ha sido un salto en calidad de vida. Vive en este edificio con su marido y tres hijos adolescentes desde agosto del año pasado. Buscaban un piso de cuatro habitaciones ya que en el anterior solo tenían tres. Antes vivían en un primero y ahora disfrutan de las vistas de una altura 13 que da a la calle Rioja y al parque Castillo Palomar. Desde su terraza pueden incluso disfrutar de las vistas del Moncayo. 

Sobre la temperatura interior, no pueden estar más contentos: “En pleno agosto nos metíamos en casa y era como si no estuviéramos en Zaragoza. Ahora, en invierno, estamos en manga corta por casa y dormimos sin nórdico en la cama. Antes íbamos con forro polar y ahora ni siquiera usamos el pijama de invierno. Es como vivir en un microclima”, asegura Antonia.

En un microclima y casi como en medio del campo porque en este edificio apenas se escucha a los vecinos cuando pasan por delante de la puerta, en el hall. El aislamiento acústico es tal que ni el tráfico de la zona ni siquiera las obras de avenida Navarra se escuchan dentro de casa. Tampoco la pista de pádel de la zona común es un problema, como sucede en muchas otras comunidades, donde los ruidos, tanto de la pelota como de los propios jugadores, suelen ser motivo de discordia entre los vecinos.

Para entender todas estas sensaciones habría que estar en la piel de estos vecinos. La experiencia también se puede vivir en Adarve Residencial, cuyas viviendas comparten las mismas características que Torre Zaragoza y también están situadas en el barrio del AVE. Son hogares sostenibles con la máxima calificación energética que garantizan el mayor confort térmico y acústico gracias a todos los sistemas eficientes que incorpora.