Es uno de los días más felices de muchas parejas. El momento en el que ves nacer a tu hijo se queda grabado en la retina de sus padres para siempre. No fue así en el caso de Pilar. «Acudí varios días al Hospital Universitario Miguel Servet en diciembre y enero de 2017 porque me encontraba muy mal con muchas contracciones. Me dijeron que era Navidad y no atendían cesáreas que no fueran de urgencia, así que sí había aguantado así hasta el día 3 podía aguantar hasta después de Navidades”, recuerda. 

La noche del cinco de enero rompió aguas. “Me bajaron a paritorios ya que no dilataba. Pasé horas y horas empujando sin ninguna novedad. Al ver que no avanzaba me llevaron a quirófano y allí usaron fórceps y ventosa, y como no iba empezaron a hacerme empujar echándose dos mujeres encima de mí. Mientras mi madre y marido esperaban angustiados sin saber nada de nosotras ni de lo que ocurría, viendo cómo entraban médicos sin querer explicarles nada.”, relata Pilar.

Al final, cuenta esta zaragozana, dos facultativos médicos y un tercero de frente empujaron también hacia abajo. Según explica, cree que el peso excesivo de ese empuje pudo reventarle por dentro. “Me causaron una hemorragia; sólo oía: Se nos va…No cesa la hemorragia…”. Finalmente lo controlaron. 

Cuenta a HOY ARAGÓN que estuvo nueve días ingresada. “Mientras, mi hija estaba la UCI, con deshidratación, fiebre e infección por sed, daños en la cabeza y ojos, luxación de la pierna izquierda con la cadera, dijeron que le habían dañado un nervio del cerebro, y le hicieron un scanner que supuestamente salió normal”, recuerda angustiada.

Cuando le dieron el alta fue otra vez a urgencias debido a los dolores que tenía y por los que, explica, no podía andar ni sostenerse en pie. “Una médico dijo que había que hacerme una resonancia, que supuestamente me darían los resultados en 15 días y me citarían con un traumatólogo. Pero ni me citaron, ni me dieron resultados; iba a urgencias y a Atención al Paciente y no sé por qué razón no me los daban”, explica.

Nueve meses después, con una depresión, llamó a su médico de cabecera y le dijo que no quería seguir así. “Ella fue la que me dio los resultados, y me dijo que fuese a urgencias con ellos. Me derivó al hospital Ramón y Cajal para que me diesen cita con un traumatólogo. Éste me dijo que no tenía solución, que tenía que aprender a vivir así”, se lamenta Pilar.

«ENTRE A DAR A LUZ PERFECTA Y SALÍ DESTROZADA»

Al final se operó y ahora está esperando a una nueva intervención que le haría de nuevo pasar por quirófano. Echando la vista atrás, y consciente de todo este tiempo en el que su vida se ha visto alterada por completo, Pilar decidió presentar primero una reclamación vía administrativa al Departamento de sanidad de Aragón, la cual fue desestimada. “Luego demandé vía judicial para reclamar la responsabilidad patrimonial por los daños causados y secuelas, que actualmente me la acaban de desestimar condenándome a pagar las costas”. 

También demandó al Instituto de la Seguridad Social en el Juzgado de lo Social para solicitar la incapacidad permanente total, que también le fue desestimada. “Ahora la única posibilidad que tengo es recurrir la sentencia desestimada de la reclamación patrimonial por daños y secuelas, pero los abogados me recomiendan que no lo haga, porque no sirve para nada y encima me va a suponer más dinero”, admite resignada.

Llegó incluso a apelar al Tribunal Superior de Justicia, donde su caso fue desestimado, según cuenta a HOY ARAGÓN, “una y otra vez”. «Yo solo sé que entré a dar a luz perfecta y salí destrozada. Lo único que pido es que deberían haberme pedido perdón, haberme atendido como deberían haberlo hecho, y, sobre todo, haber asumido los daños y haberme indemnizado”, se sincera esta joven zaragozana. Pilar continua con una vida que cambio en enero de 2017, cuando iba a vivir uno de los momentos más felices y que, al final, se acabó convirtiendo en una pesadilla.