Las mascarillas se han convertido en las protagonistas durante la pandemia por COVID-19 y también en nuestras mejores compañeras en el día a día. Y es que, su uso en los espacios públicos es obligatorio desde hace varias semanas, ya que son un elemento indispensable para frenar la transmisión del virus.


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Es importante saber cómo utilizarlas correctamente y cómo debemos cuidar nuestra piel para evitar daños posteriores.

En varios centros de estética y bienestar de la ciudad de Zaragoza ya han notado en las últimas semanas un aumento de clientela con diferentes afecciones en la piel como picor, inflamación, descamación, acné, irritación y deshidratación sobre todo en las pieles más sensibles con tendencia a rosácea.

“Gran parte de la población acude a nuestro centro con problemas en la piel derivados del uso continuado de la mascarilla. Y esto se acentúa con el roce y una sudoración mayor, dado las altas temperaturas”, explica Rocío Hermoso coordinadora de estética del centro Sabáh Zaragoza.

Los principales inconvenientes del uso de las mascarillas son la poca transpirabilidad y el roce constante de las mismas en algunas partes del rostro, lo que termina produciendo marcas e irritaciones en la piel y en zonas como la nariz, barbilla y pómulos e incluso eczemas y herpes en los labios.


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Esto afecta sobre todo a personas que pasan toda su jornada laboral con la mascarilla muy ajustada al rostro, como es el caso de sanitarios, fuerzas de seguridad o trabajadores de cara al público. Además, es tan frecuente la aparición de acné que ya tiene su propio nombre “Maskne”.

Las altas temperaturas provocan una mayor sudoración y humedad en la zona tapada por la mascarilla y esto puede favorecer la proliferación de hongos y bacterias ya que al exhalar emitimos dióxido de carbono que junto al vapor de agua y microorganismos de desecho producimos un clima cálido y húmedo que provoca la irritación y posibles bacterias que en múltiples casos termina derivando en pequeños brotes de acné que dan lugar a una hipersensibilidad en todo el rostro.

Por eso, es fundamental cuidar de nuestra piel de un modo más especial durante este tiempo haciendo hincapié en una rutina de limpieza diaria personalizada y acorde a nuestro tipo de piel. Entre otros, seleccionar un buen limpiador facial con prebióticos nos hará fortalecer nuestra piel y eliminar todo tipo de bacteria.


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Por otro lado, el tónico ayudará a oxigenar la zona y que los poros no sufran, y una buena crema hidratante con protección libre de parafinas y aceites se convertirán en los mejores tres aliados.

El maquillaje es recomendable evitarlo ya que puede convertirse en nuestro peor enemigo por se recomienda el uso de hidratantes con minerales que nos aportan color y son libres de parabenos pero si tenemos que maquillarnos, debemos utilizar productos adecuados, a poder ser,‘oil-free’, es decir, libres de aceites que eviten que nos taponen los poros y haga que nuestra piel se asfixie.