La reciente apertura del hotel de la Estación Internacional de Canfranc ha sido sin duda un hito histórico y no solo para el Pirineo. Para varias generaciones de aragoneses que han visto como el impresionante edificio de la estación de Canfranc se iba degradando con el paso de los años, la rehabilitación y la apertura del hotel ha sido un sueño largamente anhelado que parecía que nunca iba a llegar.

Pero, finalmente, llegó con la apertura de la nueva estación de ferrocarril y la urbanización del entorno de este impresionante edificio. La inauguración del hotel de gran lujo por parte de la cadena Barceló es un revulsivo no solo para Canfranc, que ha hecho tremendos esfuerzos para ofrecer su mejor cara al poner en marcha iniciativas como la de pintar las fachadas de sus antiguos edificios, sino para todo el valle del Aragón.

Este hotel es la oportunidad de oro para relanzar un valle que se ha quedado un poco atrasado en cuanto a la oferta gastronómica y de ocio que podemos disfrutar en otros valles pirenaicos. Y no hablamos de Andorra o del Valle de Arán. Hablamos del resto de valles aragoneses de la cordillera pirenaica. Basta con darse un paseo por las principales localidades del valle para comprobar que la oferta gastronómica existente se ha quedado atrás con respecto a la que existe en valles vecinos. A nivel gastronómico, pero también en la decoración o en el cuidado de detalles que hacen que la comida o la cena sea toda una experiencia.

Mientras que en el valle de Tena, en el Valle de Benasque, o en la zona de Ainsa hay restaurantes de primer nivel que atraen la atención tanto de visitantes como de críticos y guías gastronómicas gracias a propuestas que tienen al producto del Pirineo y de kilómetro cero como protagonistas, el valle del Aragón se ha quedado completamente atrás en este sentido.

En otros valles, encontramos nombres como Vidocq en Formigal, Casa Martón en Sallent de Gállego, El Callizo en Ainsa, Ansils en Benasque, Casa Arcas en Villanova, Chongastán en Chía... La lista de restaurantes de renombre en el resto del Pirineo se antoja larga. Pero en el Valle del Aragón, esa oferta de alta gastronomía no existe.

Raquel A.G, visitante habitual de Canfranc, explica a HOY ARAGÓN que a veces cuando sube con amigos a esquiar, le cuesta proponer sitios para cenar que estén bien. «Para picar algo hay sitios chulos como Laduanilla, me encanta la pizzería que hay frente al albergue juvenil… pero si buscas cenar bien y en un sitio bonito y que te sorprenda, la cosa está más complicada».

De la misma opinión es María Teresa N.M. Esta zaragozana habitual de Villanúa cree que «la oferta de restauración del valle ha mejorado algo frente a la que había hace unos años, pero la verdad es que sigue sin ponerse al nivel de la que hay en otros valles. Si quieres algo más chulo, hay que desplazarse a Jaca».

Esta situación es todavía más evidente tras la inauguración del hotel de la Estación de Canfranc. Una parte importante de los alojados en este hotel de lujo pueden demandar una oferta de restaurantes y cafeterías al nivel del propio hotel. Una oferta que sí que encontramos en otros valles pirenaicos, pero de la que apenas hay rastro ni en los pueblos ni en las estaciones de esquí de este valle, tal y como confirma a HOY ARAGÓN Enrique M.V, un zaragozano que tiene una segunda residencia en Villanúa: «Yo creo que falta oferta. En especial, de sitios con encanto, de sitios curiosos que ofrezcan un plus de interés para ir, y quedar bien con tus invitados».

Javier Lozano, experto en viajes y experiencias a lo largo de todo el mundo desde hace 25 años explica a HOY ARAGÓN que sin producto no hay destino. Este ‘travel planner’ espera que el hotel de la Estación de Canfranc sea un revulsivo para el Valle. «Si al nuevo hotel lo acompañan de experiencias de impacto y el sector trabaja con mucha y buena formación, el valle puede posicionarse como un destino de moda». En este sentido, este profesional del turismo espera que el hotel de Canfranc pueda posicionarse junto con otros establecimientos que son referentes en nuestra Comunidad, como «Torre del Visco en el Matarraña, o el Monasterio de Boltaña, en el Sobrarbe».