“Lo que ha hecho por mi familia es muy importante y lo recordaremos siempre”. Es parte de un mensaje que Javier García Valenzuela recibió hace poco de Pilar, la hija de una enferma de COVID-19 a la que el capellán del Hospital Royo Villanova acompañó en los últimos instantes de su vida.


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Javier llegó hace un año al hospital y jamás esperaba que fuese a tener que librar esta batalla junto a los sanitarios del centro. “Yo no tengo formación médica y en muchas ocasiones me echaban la bronca por no cumplir con el protocolo y dejarme llevar por estar con los que más lo necesitaban”, explica.

Son muchos los enfermos por coronavirus en fase terminal a los que ha acompañado, tranquilizado y apoyado ante la imposibilidad de que la familia estuviese presente. “Me vestían antes de entrar y procuraba ponerles en contacto con su familia, leerles sus mensajes, darles ánimos para que se despidiesen y lo hiciesen tranquilos”, recuerda.

Reconoce haber llorado mucho con las familias a quienes trataba de tranquilizar explicándoles que el enfermo no había sufrido.Una vez un hombre me paró y me pidió que fuese a ver a su mujer que se estaba muriendo. Me avisó que no era creyente pero que consideraba que la persona con la que había compartido tantos años no debía morir sola”, reconoce.

«DA IGUAL SI CREEN O NO»

Recuerda también el caso de otras hermanas que llevaban más de cuarenta días sin verse por culpa del COVID-19.“Una de ellas estaba muy mal y la otra me pidió que le hiciera llegar varios mensajes en vídeo que le emocionaron mucho”, asegura.


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La alegría de un alta médica es para Javier un gran estímulo para este sacerdote que asegura estar acompañando más como persona que como religioso.

“Da igual si creen o no, a mi lo que me importa es poder aliviarles y hacer llegar esos mensajes de despedida que les mandan. Irse sin este consuelo es inhumano”, dice.

El capellán del Hospital Royo Villanova de Zaragoza, junto a un grupo de sanitarias del centro hospitalario / HOY ARAGÓN

Ahora en el Hospital Royo Villanova ya permiten la presencia en determinados casos de familiares con las medidas de seguridad oportunas para evitar contagios. “Seguiré ayudando cuando me lo pidan porque el servicio que doy es parte del que ofrece el centro hospitalario”, explica.

“Los verdaderos héroes son los sanitarios con los que tengo la suerte de trabajar y que se están dejado el alma para salvar vidas”, añade.