Muestran lealtad, fidelidad y empatía. Acompañan, dan cariño, son amigos (los mejores, dicen) y son un miembro más de la familia. Hablamos de los perros, mascotas que con la pandemia han crecido a razón de un 10% cada año en los hogares de Zaragoza y que ocupan un lugar cada vez más importante en la ciudad. En esa dirección van las intenciones del Ayuntamiento, que esta semana ha anunciado varias acciones encaminadas a integrar a los canes en el día a día zaragozano.

Hasta ahora, los espacios de esparcimiento en parques y jardines solo estaban abiertos por las noches, pero esto va a cambiar con la habilitación de diez zonas de suelta durante todo el día. Y es que a los perros, como a todos, no solo les gusta salir cuando cae la noche, también quieren disfrutar del sol, correr y socializar con otros de su especie a plena luz del día sin ataduras. La primera zona estará operativa en mayo, y será en la plaza de los Sitios. Le seguirán otras ubicadas en el parque Miraflores, Parque Grande, Torre Ramona, Santa Isabel, La Almozara, parque Tío Jorge, parque Los Poetas o Campos del Canal, así como en las proximidades del edificio de la CREA, en Valle de Broto.

De esta manera se da un paso más para que Zaragoza sea una ciudad ‘pet friendly’. Un buen comienzo es que tanto en el autobús como en el tranvía los perros hace tiempo que son bienvenidos. En el primer caso, pueden viajar aquellos que pesan menos de diez kilos, mientras que en el último convoy del tranvía pueden ir todos siempre que vayan atados.

Una vez montados en el bus o tranvía, además de ir de una casa a otra o a un parque o espacio exterior, ¿dónde van a ser bien recibidos nuestros amigos perrunos? Hasta la fecha, lamentablemente, en Zaragoza no pueden acceder a demasiados espacios, ni públicos ni privados. Pero esto va a cambiar muy pronto. Este lunes, el Museo del Fuego recibió a sus primeros visitantes caninos. Es la primera instalación municipal que abre sus puertas a las personas que vayan acompañadas de sus mascotas. La iniciativa se ha hecho extensiva a todas las áreas del Ayuntamiento, que actualmente están valorando la posibilidad de permitir el acceso de perros tantos a otros museos como a los distintos edificios de gestión municipal. Según cuenta a HOY ARAGÓN la consejera de Servicios Públicos, Natalia Chueca, la idea es establecer una rutina de forma que a cada espacio se pueda entrar con perros un día de la semana concreto. 

Con estos pasos, Zaragoza quiere avanzar en un área en la que está muy atrás respecto al resto de España. De hecho, junto con Ceuta, Aragón es la única comunidad autónoma donde está prohibido que los perros entren en bares y restaurantes. Para acabar con esta discriminación, el PP ha lanzado una propuesta en las Cortes que persigue cambiar la normativa y que sean los dueños de los establecimientos quienes decidan si las mascotas pueden acceder o no al interior del local. Esto hará, además, que Zaragoza también sea más atractiva para el turismo.

Para que todo encaje, desde el Ayuntamiento se está desplegando una campaña con dos conceptos: menos restricciones y más civismo. “Queremos dar respuesta a las nuevas necesidades de los zaragozanos y para que esto funcione la educación y poner los medios necesarios es fundamental”, explica Chueca. En este sentido, desde hace varios años se reparten botellines con una mezcla de agua y vinagre para evitar la corrosión de los espacios y mantener la limpieza de la ciudad.

En cada paso de este plan por hacer que Zaragoza sea una ciudad ‘pet friendly’ el Ayuntamiento se está apoyando en el Colegio de Veterinarios, así como en personas dedicadas a la inclusión de los perros en todos los ámbitos, como Silvia Porras, responsable del proyecto Tu perro es bienvenido, o  Pablo Muñoz, el dueño de Pipper, el perro turista. “Ellos son quienes realmente conocen las necesidades”, puntualiza Chueca.

Actualmente, en Zaragoza hay cerca de 70.000 hogares donde al menos uno de los miembros de la familia tiene cuatro patas. Una cifra nada desdeñable y en aumento que bien merece tenerse en cuenta a la hora de ir dando pasos que dejen huella.