Durante la pandemia, a causa de las restricciones de aforo en el interior, el Ayuntamiento de Zaragoza permitió ampliar los veladores de Zaragoza con mesas en aceras o con plataformas instaladas sobre plazas de aparcamiento. Todas las ayudas, como la de no pagar las tasas municipales, eran urgentes desde el Ayuntamiento para intentar ayudar a un sector clave en la economía de la ciudad. De hecho, tener o no terraza era la diferencia entre tener que cerrar o poder continuar con los negocios.


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Pero una vez que los efectos de la pandemia se van diluyendo, los macroveladores se están convirtiendo en un problema de convivencia para los habitantes que viven sobre ellos a causa del ruido, de la ocupación excesiva del espacio público y de la desaparición de plazas de aparcamiento a causa de las plataformas que se han instalado sobre la calzada.

SE EXTIENDE POR TODA LA CIUDAD

El problema se extiende por calles del Centro y del Casco Histórico pero también se puede ver por los barrios tradicionales. En calles más céntricas, como Zurita o Francisco de Vitoria, las terrazas ocupan cada vez más plazas de aparcamiento. Especialmente paradigmático en la calle Mayor en su tramo más cercano a la calle de San Vicente de Paúl, donde las terrazas con plataforma se extienden por buena parte de la calle, para desesperación de vecinos, y también de conductores que quieren aparcar en la zona. También plazas como Sinués y Urbiola (detrás del Principal), San Pedro Nolasco, la plaza de Ariño han visto cómo desaparecía el espacio público, y ahora son un mar de sombrillas y mesas, arrinconando bancos, fuentes, y fachadas.

Las macroterrazas se han expandido también por los barrios populares de la ciudad, donde los veladores han proliferado como setas en aceras (en la calle Sobrarbe, en el Rabal, hay algún tramo en el que cuesta andar por la acera con comodidad a causa de los veladores), o sobre la calzada, suprimiendo de esta manera numerosas plazas de aparcamiento, en barrios donde por sí ya era un suplicio aparcar en la calle antes de la pandemia. En la actualidad, el problema se ha acentuado en muchas zonas convirtiendo en misión imposible encontrar un hueco libre para dejar el coche.

Como ejemplo, hay zonas de San José en las que en determinados días y horas puede costar entre 20 y 30 minutos poder aparcar.  En este sentido, la plataforma vecinal Stop Ruido asegura que desde que comenzó la pandemia, han desaparecido unas 800 plazas de aparcamiento para ser reconvertidos en veladores.

Los ruidos también provocan conflictos en calles que hasta ahora eran tranquilas. En la calle María Moliner, los vecinos de la zona denuncian el ruido, e incluso las peleas que se producen en bares como el situado a la altura del nº 95, cuando los clientes alcanzan un determinado nivel etílico. «Hace un par de años, esta era una calle tranquila y silenciosa, pero ahora es imposible tener las ventanas abiertas un domingo a las 22:30 de la noche», denuncia un vecino de esta calle que prefiere guardar el anonimato. ‘Gritan, cantan a veces, la Policía ha venido en alguna ocasión por peleas, y mientras los padres están en el bar a altas horas de la noche, sus hijos están jugando en la calle gritando’, concluye este vecino de esta calle del distrito de San José.

El Ayuntamiento sabe que hay un problema al respecto pese a que la ordenanza de veladores aprobada este año establece que las nuevas terrazas podrán quedarse de forma permanente. Desde la Unidad de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Zaragoza han detectado un alto grado de incumplimiento de la ordenanza de veladores. El 36% de los 550 negocios hosteleros inspeccionados ocupaban un espacio mayor del permitido, y tenía un 20% más de mesas. También se han detectado establecimientos que ocupan locales colindantes para los que no están autorizados (en las zonas visitadas, un 36%).

Del ruido que se provoca a lo largo de todo el día, y sobre todo por la noche, nadie dice nada, denuncian desde las entidades ciudadanas. Para ellos, es una batalla perdida de los vecinos, impotentes porque no saben qué hacer para acallar los ruidos provenientes de las terrazas, especialmente, de las más conflictivas, aquellas en las que la gente bebe en demasía, y provocan el hartazgo de los vecinos, que suelen sufrirlas en silencio para no entrar en conflicto con los clientes de determinados bares.

UNA CAMPAÑA PARA CONCIENCIAR

Ahora, para intentar atajar esas molestias y tratar de encontrar el necesario equilibrio entre el derecho de bares y restaurantes a trabajar y el derecho de los vecinos a vivir y descansar sin ruidos ni molestias, el Ayuntamiento de Zaragoza ha puesto en marcha una campaña municipal para que los usuarios de bares y restaurantes sean respetuosos con el descanso de los vecinos.

Campaña contra el ruido

El Ayuntamiento quiere concienciar a los usuarios de bares y restaurantes sobre el problema del ruido / HA

Durante la presentación de la campaña, la consejera de Servicios Públicos y Movilidad, Natalia Chueca, explicó que «la nueva Ordenanza establece criterios muy claros para combinar dos elementos esenciales: el buen uso de las terrazas de veladores -respetando los horarios y no generando excesos de ruido- y el disfrute de estos espacios, tan apreciados por la ciudadanía y que, además son generadores de una importante actividad económica y social”.


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El problema para asociaciones de vecinos y para colectivos como Stop Ruido es que la ordenanza no se cumple. Desde esta plataforma aseguran que «campañas como ésta, con carteles, pegatinas, mupis, es efectiva si se hace cumplir la normativa y esto no sé hace ni se hará en las «no fiestas» de Pilar, ya que los horarios ni los aforos se cumplen, no se controla el ruido, e incluso se reconoce el 40% incumplimiento de ordenanza terrazas».