Hubo un tiempo en el que las joyerías, tiendas de moda, peleterías y grandes almacenes hacían que la calle Alfonso I fuera la principal arteria de la ciudad. Una calle en la que se mostraban las novedades llegadas de París, y los zaragozanos transitaban para comprar productos de calidad. Hoy en día, y con una pandemia de por medio, poco recuerda a ese pasado dorado repleto de escaparates con lujosos productos.

Si por un momento nos abstraemos de la realidad y nos dejamos llevar por las fachadas que se levantan orgullosas de una época en la que Zaragoza quería modernizarse y esponjar el Casco Histórico, y por negocios como Bellostas, La Parisien o el Café 1885, nadie diría que han pasado aquellos años en los que la calle Alfonso I reunía a las mejores tiendas de la ciudad.

Pero en cuanto desviamos la mirada de estos dos locales que están seguidos como si de un oasis se tratara, la cruda realidad se impone, con una calle en la que predominan las franquicias y las fachadas de colores chillones en muchos casos.

Si no fuera por los edificios, y porque al fondo se ve el Pilar, muchos tramos de la calle Alfonso podrían ser hoy en día parte de la galería de un centro comercial, con carteles y fachadas de colores llamativos y escaso respeto por la estética de esta calle construida en el siglo XIX.

UNA CALLE DOMINADA POR LAS FRANQUICIAS Y LAS GRANDES CADENAS

Las cadenas son mayoría en la calle Alfonso / Hoy Aragón

El proceso de sustitución del comercio tradicional de la calle Alfonso I viene de largo, por el alto precio de los alquileres, el desplazamiento de las grandes cadenas hacia Independencia y los cambios de hábitos de consumo. La pandemia, con la caída de las ventas y el cierre de la ciudad al turismo, aceleró esa situación que provocó que cerraran locales como las zapaterías Muro, y que un importante porcentaje de locales quedara vacío.

Uno de los últimos comercios centenarios en bajar la persiana fue la Joyería Martín Blasco, que cerró en febrero de 2021 porque en el edificio que ocupaba desde 1896 están construyendo apartamentos turísticos. Dentro de esa dinámica de cierre de locales, solamente las franquicias y las grandes cadenas han permitido recuperar la actividad comercial de esta vía, dado que son los únicos que pueden afrontar los altos precios del alquiler. En esa dinámica de apertura de cadenas, la próxima en llegar será la firma estadounidense de zapatillas deportivas Skechers.

En estos momentos, con una horquilla de precios que oscila entre los 30 y los 50 euros por metros cuadrado, es imposible encontrar locales por debajo de los 3.000 o 4.000 euros al mes. Unas cifras que encaminan a la calle Alfonso hacia la homogeneización comercial y hacia la pérdida de identidad comercial. Allí, además de las mencionadas Bellostas y La Parisien, apenas quedan negocios aragoneses, con nombres como Grillo Regalos, Nueva Joyería, Cámara Ópticos, Come Jamón, o Aloi Shop.

En este sentido, cadenas como la japonesa Miniso, o la danesa Tiger, que acaba de mudarse de lugar desde el edificio de los antiguos grandes almacenes Gay al local que hasta la pandemia ocupó una tienda de hogar famosa por sus escaparates, protagonizan las aperturas. Tampoco se quedan atrás las cadenas de telefonía y carcasas a la hora de ocupar locales, y los locales que están orientados al turismo.

Precisamente, y aprovechando la cercanía al Pilar, los negocios para turistas están contribuyendo a dinamizar, pero también, a cambiar la imagen de la calle. La tienda de chucherías gigantes Captain Candy Shop, Empanadas Malvón, o Sabor a España confirman esa orientación hacia el turisteo de muchos de los locales que llevaban meses cerrados.