«He dormido como hacía años», confiesa Oscar, que muchas veces salía a la calle y recibía amenazas de los ocupas. «Me llamaban chivato y me amenazaban. Lo hacían porque yo cuento lo que pasa aquí, lo que vivimos a diario», explica este vecino de Pignatelli.

El cierre de Pignatelli 43 ha supuesto un alivio para la mayoría, que estaba cansada de asomarse a la ventana a altas horas de la noche y ver peleas con machetes, gritos, insultos o trapicheos de droga. «Ha sido un auténtico foco de salubridad, higiene y delincuencia durante los últimos 12 años, el tiempo quie ha estado ocupado y en el que nadie ha hecho nada», relata Oscar.

Zamoray, Miguel de Ara y ahora Pignatelli. Tres bloques ocupados que han acabado cerrado por incendios provocados o fortuitos que han dañado seriamente la estructura de estos edificios. Pero hay más detrás. Hablan de 14 bloques ocupados que generan conflictos en el barrio de San Pablo. «El problema no se ha solucionado, se ha trasladado», explican los vecinos.

Ahora señalan a dos bloques ocupados en las calles Zamoray, número 2 y Pignatelli, 69. En este segundo el Ayuntamiento de Zaragoza ya ha anunciado su expropiación. «Zamoray, número dos está embargado por un banco. Ahora los inquilinos que pagaban allí no pagan y parte de la delincuencia está allí», argumentan.

En algunos casos, estos vecinos señalan claramente el punto concreto de delincuencia, el que genera más problemas para la convivencia en el barrio. «En la calle Zamoray, número 12, su primer piso, es un narcopiso de venta de droga constante. Esto ya se lo hemos trasladado a la policía», argumenta otro vecino que prefiere no dar ni su nombre de pila.

HAY TRABAJO POR DELANTE

Estos vecinos apuntan también a otros focos que podrían suponer un riesgo. «En Pignatelli, 53 hace ocho años se quemó la planta de arriba y la planta baja. el tejado es de uralita  y lo hemos denunciado. No tenemos respuestas», dicen estos vecinos de San Pablo.

Reclaman inspecciones técnicas de edificios para que algunos no colapsen. «Ya pasó en plena pandemia en la calle Zamoray. Queremos evitar más desgracias», añaden.

Esperan un plan anunciado por las autoridades municipales que, según explican, no acaba de materializarse. «Hay muchos locales que se usan como chatarrerías ilegales, lo que supone un riesgo de incendio y sería de urgencia revisarlos. Ya hemos tenidos dos pequeños incendios en la calle Pignatelli», dicen.

Miran hacia adelante porque creen que queda camino por andar pero esta semana no ocultan su alegría y satisfacción por el cierre definitivo de un bloque de pisos donde difícilmente podría vivir alguien con un mínimo de humanidad y donde también los problemas eran constantes.