Los comercios son parte de nuestra historia, de nuestro día a día. Forman parte del devenir y del paisaje urbano de nuestras ciudades. Hay comercios que son centenarios, y que han sobrevivido a crisis, guerras y tiempos turbulentos, acompañando a generaciones de zaragozanos.


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Pero lamentablemente, esos comercios centenarios que levantan la persiana son cada vez menos. La pandemia, el alto precio de los arriendos, o el fin de los alquileres de renta antigua han ido acabando con muchos de estos locales.

El último comercio con historia que ha anunciado su cierre ha sido la Joyería Marín Blasco. Esta joyería, que lleva formando parte del paisaje urbano de la calle Alfonso desde 1896, que cerrará en breve tal y como anuncian los carteles de liquidación que se pueden ver en los escaparates de esta tienda que hace chaflán en la calle Alfonso con la plaza de Sas. El edificio que lo acoge, construido en 1870, está a la espera de ser rehabilitado para reconvertirlo en apartamentos de uso turístico.

Joyería Martín Blasco

La joyería tiene una fachada eclecticista que data de los años 20 / JOYERÍA MARTÍN BLASCO

Precisamente, este chaflán de madera, ejecutado en los años 20 dentro de la estética eclecticista, esta catalogado por el Ayuntamiento de Zaragoza, al igual que otros elementos del interior, como los mostradores, o las estanterías cerradas con puertas.


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Con el cierre, la calle Alfonso I pierde otra de sus joyas comerciales, siguiendo el paso de otros comercios tradicionales como La Campana de Oro, cerrada 128 años después de su nacimiento coincidiendo con la rehabilitación del edificio que la acogía, o más recientemente, el Gran Café Zaragoza, el café que abría sus puertas en la histórica Joyería Aladrén y que no ha vuelto a abrir desde que cerró sus puertas a causa del confinamiento de marzo del año pasado.