Aseguran que los productores de fruta si cobraron algún tipo de idemnización pero los hortelanos tuvieron que hacer frente a las pérdidas solos. Javier Gil Pallarés salió en las portadas de los periodicos regionales, incluso en informativos nacionales. Lo hacía cabizbajo, mostrando los cerca de 50 invernaderos que tenía en Peñaflor y Cogullada hundidos por el peso de la nieve tras la borrasca.

«El trabajo de 10 años desaparece en un día», se lamentaba entonces. Más de 35.000 metros cuadrados de cultivo de borrajas tirados a la basura y estructuras de invernaderos inservibles. dos años después HOY ARAGÓN se ha puesto en contacto con él para preguntarle si alguien le ayudó. Si algún organismo oficial reparó en sus pérdidas y reunió fondos para paliarlas. «Hablé con la consejería de agricultura, con todos los que creía que podían ayudarnos y nadie hizo nada. Se limitaron a decir que no había dinero para todos», se lamenta Gil.

Javier Gil llegó a perder toda la borraja plantada en más de 35.000 hectáreas / H.A.

Le pedimos que saque las cuentas de sus pérdidas entonces. «Hace tiempo que no las hago», explica, pero todavía recuerda los números del desastre y no es unja cifra baja. De hecho, confiesa que va a necesitar otro año más desde 2021 para recuperarse. «Hablamos de cerca de 350.000 euros entre las toneladas perdidas de borraja y las estructuras destrozadas por el peso de la nieve». Un dinero que él mismo, sin ayuda de nadie, ha ido poco a poco reponiendo con su trabajo diario.

Hoy Javier tiene pocas ganas de recordar pero reconoce que hay que hacerlo. Que sus huertos  nunca fueron declarados como pidió en su momento el Gobierno aragonés zona catastrófica; que es necesario denunciar que la mayoría de los hortelanos de la huerta del ebro tuvieron que salir adelante solos. «Además, como tenemos un trabajo de tanto riesgo por el tema meteorológico pocos seguros nos quieren cubrir y si cubren es tan solo una pequeña parte», asegura Cristóbal Omedes, presidente de la Asociación de Hortelanos.

Cristóbal, como Javier, asegura que en el sector de la hortaliza casi nadie recibió, de los cultivos afectados, ningún tipo de indemnización. «Nos ofrecieron créditos a intereses muy bajos y subvencionados pero siendo créditos sabes que es un dinero que tienes, tarde o temprano, que devolver. Aquel enero pocos tenían la capacidad de enfrentarse a aquello y prefirieron, al no tener ayudar, suavizar el impacto de sus economías con ahorros», cuenta Omedes.

MIRAR HACIA ADELANTE

La vida de Javier se vio alterada aquel 12 de enero y ha costado mucho levantar cabeza y sobre todo no echar por tierra y abandonar un trabajo familiar que siempre ha requerido mucho esfuerzo. «Lo piensas pero luego dices, ¿Y que hago ahora? Por eso luchas y te esfuerzas para seguir. Nos hubiera gustado que alguien se acordase de nosotros y si pasa otra vez volveremos a pedir ayuda, pero tampoco nos gusta mendigar», advierte el presidente de la Asociación de Hortelanos que cuenta a este diario digital que llegó a recibir llamadas de amigos ofreciéndose para ayudar ante el estado ruinoso de algunos negocios.

«Decidimos mirar hacia adelante y todavía estamos saliendo del túnel», insiste Javier Gil Pallares, que va saliendo a base de créditos que pelea a bajo interés. «No quiero pensar, solo empujar», reconoce mientras agradece que nos acordemos de él y de los hortelanos que se quedaron con lo puesto a la sombra de una borrasca que tiró por tierra el trabajo de muchos años y el ánimo de muchas familias aragonesas.