La crisis de componentes, unida al encarecimiento de las materias primas y el transporte, ha tomado una dimensión creciente, creándose una tormenta perfecta que afecta sobremanera a Aragón, dado su carácter logístico e industrial. Ya no son sólo sectores como la automoción o los electrodométicos, el problema afecta a cualquier empresa que requiera de materiales procedentes del exterior, especialmente de China, y amenaza con encarecer los bienes para el consumidor final.

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Esta gran preocupación la ha mostrado públicamente CEOE Aragón, que ha reunido a su Comité Ejecutivo y Junta Directiva para valorar la dimensión del problema. Como han informado, «la carestía mundial de microchips y semiconductores, componentes básicos en gran parte de los bienes industriales, obliga a ralentizar o parar la producción tanto en la automoción y sus auxiliares como en otros subsectores con alta dependencia de los componentes electrónicos».

Esta situación, «pone en riesgo el ritmo de la recuperación económica que se está produciendo y tiene un efecto sobre la suspensión de actividad y las plantillas, que debería ser considerado en su causa como fuerza mayor y abordarse con fórmulas de flexibilidad laboral acordadas entre empresas y trabajadores, que eviten en lo posible medidas más gravosas para ambas partes», apuntan.

MENOR DEPENDENCIA DE EEUU Y CHINA

Para CEOE Aragón, la solución a medio y largo plazo pasa por «replantear la dependencia de Europa y España de la producción estadounidense y asiática en este campo, dentro de la estrategia global de reindustrialización de la Unión Europea». En esta línea, desde la Confederación de Empresarios plantean que sería muy positivo situar a Aragón «como opción competitiva para posibles inversiones».

Pero no es sólo la falta de componentes. Se suma el encarecimiento generalizado de las materias primas y del transporte internacional, especialmente los fletes marítimos, que han multiplicado su precio en este año, de forma que un contenedor en un mercante «cuesta hoy en torno a siete veces más que al inicio de la crisis», alertan desde CEOE Aragón.

Tanto esta subida de precio (y en ocasiones retraso de plazos de entrega), como el encarecimiento de materias y la energía afectan en mayor o menor medida a todos los sectores, preocupando también su afección al sector primario y agroindustrial, básico en Aragón. Así se ha podido ver, por ejemplo, en el sector de la alfalfa deshidratada, en el que la Comunidad es líder, con un alto grado de exportacion a otros países.

LA SUBIDA DE LA LUZ, PROBLEMA AÑADIDO

Si no era suficiente este laberinto en el que se encuentran las empresas aragonesas por la falta de suministros y el encarecimiento del transporte, se suma además la subida del precio de la luz. Así lo han señalado desde CEPYME Aragón, que en sus oficinas están recibiendo «numerosas llamadas de empresarios preocupados por su futuro ante el aviso de las compañías eléctricas sobre el incremento de las tarifas, pese a tener contratos a largo plazo».

Para la organización, «esta situación provoca una importantísima pérdida de competitividad frente a empresas de otros países, con una tarifa eléctrica mucho más baja». Esta situación, «va a lastrar seriamente la recuperación económica; las empresas no pueden repercutir estos costes, las cuentas de resultados serán negativas y, como consecuencia, se verán obligadas al cierre», alertan.

NO SÓLO LA AUTOMOCIÓN

El problema, que ha supuesto constantes paros en la planta de Stellantis en Figueruelas, está impactando directamente también en la industria auxiliar. Tanto es así que en los últimos datos de exportaciones de Aragón, la automoción ha dejado de ser, como venía siendo históricamente, el sector con mayores ventas exteriores de la Comunidad.

Según indica la Asociación de Proveedores de Automoción (SERNAUTO), en torno al 80% de las empresas han sufrido problemas de logística. Asimismo, a más del 90% de las compañías les está afectando «significativamente» el incremento de los costes energéticos en las últimas semanas.

La caída de producción de vehículos originada por la falta de semiconductores y componentes electrónicos afecta a casi 9 de cada 10 empresas, existiendo una importante «incertidumbre y volatilidad en la gestión de pedidos».

Pero esta situación se repite en otros muchos sectores. Sin ir más lejos, recientemente ha alertado del problema, en la misma línea, la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza (FEMZ), donde hablan de «cuellos de botella», «problemas de producción» o «incapacidad para hacer frente a los pedidos».

«La situación viene alargándose más de lo esperado y podemos hablar de un problema estructural, no coyuntural, pues se prevé que la falta de ciertos metales pueda normalizarse a comienzos de 2022, pero el resto de las materias no hay previsión de solución hasta 2023″, indican desde la Federación.

Esta era también la previsión, recientemente, de Irene Carmen, presidenta de la compañía aragonesa DICSA, con fábricas y oficinas a nivel mundial, en una ponencia ofrecida en la escuela de negocios ESIC en Zaragoza. En su caso, han podido seguir abasteciendo a sus clientes porque no dejaron de realizar pedidos a sus proveedores durante de la pandemia, lo que les ha permitido «estar los primeros en la lista».

No obstante, la máxima responsable de la compañía, dedicada a la fabricación de rácores de acero, considera que los aumentos de costes en todos los sectores «van a repercutir en los productos y la inflación está garantizada», llegando al consumidor final. En su opinión, la crisis podría extenderse hasta «finales de verano de 2023».