Tanto la economía aragonesa como la española se han comportado en la última parte de 2022 mejor de lo esperado, lo que ha llevado a aumentar la confianza de los empresarios. No obstante, la debilidad que todavía se detecta en la demanda es el factor principal que lastra la facturación de las compañías.

Esta es la principal conclusión que se extrae del Indicador de Confianza Empresarial de Aragón, correspondiente al cuarto trimestre de 2022, que elaboran la Fundación Basilio Paraíso e Ibercaja. El indicador de confianda se sitúa en esta última parte del año en un 3,1, tras dos trimestres seguidos en terreno negativo (el dato del tercer trimestre fue de -1,2).

A pesar de todo esto, la incertidumbre sigue presidiendo el contexto económico y de ahí la cautela de los empresarios, que valoran de forma ostensiblemente diferente los resultados cosechados en el cuarto trimestre de 2022 recién concluido respecto de la opinión que les merecen las perspectivas económicas para el primero de 2023.

Por sectores, si durante la pandemia el sector industrial pudo sobrellevar la crisis relativamente mejor que muchas actividades ligadas al sector servicios, el tensionamiento de las cadenas de suministro y el precio de la energía motivan que, en el presente informe, los empresarios del sector servicios se muestren ligeramente más optimistas que sus homólogos del sector secundario, tanto en su valoración del cuarto trimestre de 2022 como por lo que hace a las perspectivas sobre el primero de 2023.

Como se ha indicado, la ralentización en el crecimiento económico motiva que la menos demanda sea la razón principal que impide remontar la facturación de las empresas. El 48,8% de las mismas así lo manifiestan.

En segundo lugar entre los factores negativos, que afecta a casi uno de cada cinco empresarios, se sitúa la falta de mano de obra cualificada. Le sigue, con un 9,5% de las compañías consultadas, el aumento de la competencia.