En casa del herrero, cuchara de palo: a Carlos Larraz (Huesca, 1984) no le gusta disfrazarse. Eso no ha sido obstáculo para que junto a su amigo de infancia y socio Toño Escartín hayan levantado entre los dos una empresa que llega a vender más de 20.000 disfraces al día. “Soy pudoroso y si me disfrazo, lo hago por la empresa”, confiesa. No le queda otra.
Son muchos, pero muchísimos disfraces, pero Carlos tiene grabado el primero que vendieron en Funidelia: “De arquera medieval, el 4 de septiembre de 2011, a un cliente de Astilleros, Cantabria”. Y quién lo iba a decir: hoy Funiglobal es un grupo empresarial que en el último ejercicio ha facturado 26 millones de euros netos, con tiendas online en más de 50 países, cinco centros logísticos y unas 300 personas trabajando en sus oficinas, almacenes propios y almacenes contratados.
Toño y él han formado el tándem perfecto. El primero, ingeniero de telecomunicaciones; Carlos, especialista en administración de empresas. Dos amigos de la pandilla de Huesca que acaban sus respectivas carreras y deciden montar su propio negocio. “Sabíamos que tenía que estar relacionado con el ecommerce, pero tardamos dos años hasta dar con la oportunidad de los disfraces”, explica.
Antes, tantearon muchas otras opciones. Por ejemplo, en otra realidad hoy Funidelia podría estar vendiendo kimonos y cinturones de artes marciales. “No sé si hubiera funcionado, la verdad, de hecho tal vez el mercado sería más grande que el de los disfraces”, confiesa. Sea como fuere, dieron en el clavo con Funidelia y su rádar funcionó cuando se presentaron los indicios de que era una buena idea.
“Teníamos unos amigos que compraban disfraces en tiendas de Estados Unidos porque en Europa lo que había era muy típico, y no les importaba pagar más de un 60% extra de aduanas y transporte para ser los amos de la fiesta”, explica Carlos. Llamaron a la puerta de una tienda pequeñita de disfraces de Huesca y, a partir de ahí, entraron en contacto con fabricantes y empezaron a recoger pedidos.
ADELANTÁNDOSE A AMAZON
Fue en 2011, cuando no estaba ni Amazon, y eso les permitió ocupar el mercado antes que cualquier otro. Las cifras subieron desde el principio como la espuma: 8 pedidos al día en el primer Halloween, 25 en Navidad, 48 en febrero. “A los seis meses ya vimos que Toño y yo solos no podíamos asumirlo”, recuerda.
Lograron levantar 60.000 euros de inversión con apoyo de familiares, la tienda de disfraces que les suministraba y su entorno más cercano. Con ello lograron contratar al primer núcleo de trabajadores. A finales de 2012 ya se encontraban en las mismas: eran 6 trabajadores y de nuevo no daban abasto.
“Decidimos abrir una ronda de inversión, en la que entraron agentes históricos del eccomerce: los hermanos Cabiedes y Big Sur Ventures“, indica. Fueron 300.000 euros en 2013 y otros 300.000 dos años después. Funidelia ya volaba.
Pero había un escollo que nadie podía prever: la pandemia, que si ha sido funesta para la mayor parte de las empresas, en su caso era, dado el sector en el que operaban, casi una muerte anunciada. No obstante, “tuvimos suerte dentro de lo malo, porque justo acababa de pasar el Carnaval, que supone el 40% de nuestra facturación anual”, señala el CEO de la compañía.
Y, después, el desierto. No hubo más remedio que hacer un ERTE. “A los tres meses nos pusimos en lo peor y analizamos qué ocurriría si la pandemia duraba un año, y eso nos tumbaba la empresa”, confiesa. Duro más que eso, pero afortunadamente tomaron esa posición preventiva y buscaron una drástica reducción de costes, cerrando las oficinas del centro, trayendo a Zaragoza el almacén de Madrid y, “con todo el dolor del corazón”, los inevitables despidos.
“Lo más duro fue que la gente lo entendiera”, reconoce. Con estos ajustes, lograron recortar 1 millón de euros que fueron claves para la supervivencia. “Pasamos de facturar 23 millones a 12 millones, hubo mercados que cayeron un 80%”, explica. Una de las pocas buenas noticias fue que ya estaban presentes en distintos países y, dado que la normativa frente al COVID no fue igual en todos ellos, algunos tiraron del carro.
CIFRAS QUE PREDICEN UNA EXPANSIÓN
Pero Funidelia ha regresado, y lo ha hecho confirmando todas las buenas sensaciones que apuntaba desde sus inicios. A cierre de este ejercicio, Funiglobal ha batido su récord histórico de ventas, superando los 26 millones de euros de facturación neta.
Esto supone un crecimiento cercano al 30% respecto de la cifra del año anterior, manteniendo, además, por segundo año consecutivo, un Ebitda por encima del 12%.
La empresa ha basado su crecimiento en la consolidación de su catálogo de diseño propio “Made by Funidelia” y que a través de acuerdos clave con empresas como Warner Bros, Netflix, Hasbro o Universal Pictures, le ha permitido conseguir una posición de referencia en su sector.
Hoy, “el 70% de producto que vendemos es nuestro”, señala Carlos, lo que les ha hecho mucho más rentables. Ahora, aterrizan en el mercado más grande de Europa, Reino Unido, con un nuevo centro logístico, que se suma a los de Zaragoza, Francia, Alemania y Suecia.
“Nuestro modelo ha soportado sorprendentemente una crisis sin precedentes y ahora vamos a tener un push muy fuerte”, anuncia. Tanto que “queremos duplicar el volumen de facturación en tres años”.
No obstante, Carlos y Toño siguen siendo esos dos amigos de la infancia de Huesca, ahora parte de un Comité de Dirección, que es el que toma las decisiones y “es más un grupo de trabajo”. “Toño y yo tenemos perfiles tan diferentes que por eso encajamos bien”, opina Carlos. “A mí se me da bien ir al bosque a dar machetazos, pero asfaltando no soy bueno, eso es cosa suya”, bromea.