A Clara Arpa (Zaragoza, 1964) hay que cogerla al vuelo. En esta ocasión, recién aterrizada de Guatemala, a donde había llegado después de resolver algunos asuntos en Nueva York. Es la reina del jetlag: «Me afecta más cuando vuelo hacia el este, pero he aprendido a gestionarlo: el primer día intentas dormir, al segundo no duermes y al tercero ya te caes».

Está al frente de una de las empresas más particulares de Aragón, el Grupo ARPA, que arrancó con un invento de su padre Antonio en 1968: desarrolló un quemador para poder dar comidas en campamentos juveniles de verano. Dos años más tarde, dio con la clave de ponerle un remolque, lo que daba como resultado una cocina totalmente portátil que llamó la atención de las Fuerzas Armadas.

«Cada día nos pedían más cosas: cocinas móviles, refrigeradores, grupos electrógenos, duchas…», recuerda Arpa. El gran impulso vino en los años 80, donde el Grupo ARPA participó en distintas misiones de paz con sus módulos contenedores. «Aprendíamos de los proyectos que nos iban encargando», señala la consejera delegada de la compañía, desde potabilizadoras de agua a hospitales de campaña para la Cruz Roja.

Hoy, el Grupo ARPA es una compañía global, presente en más de 60 países y con base en Zaragoza. Cuando Clara cogió el testigo sintió «vértigo», al encontrarse de forma sobrevenida ante un escenario vital totalmente distinto. «Conlleva mucha responsabilidad, porque tus decisiones afectan a mucha gente que trabaja contigo», apunta.

EN EL TOP 100 DE MUJERES MÁS INFLUYENTES

Es curioso que, pasados los años, ese «vértigo» inicial ha desaparecido, como el jetlag al tercer día. A la máxima responsable de Grupo ARPA, eso de figurar en el Top 100 de mujeres más influyentes de España ahora simplemente le genera «sorpresa» y le hace «gracia». «Ya soy abuela y, quizá porque esto ya me ha llegado de mayor, me lo tomo de otra forma».

Lo de sorprenderse es porque «sigo haciendo lo mismo de siempre, pero ahora parece que la gente se fija». Y tanto que lo hace: Clara es miembro del Consejo Directivo de UN Global Compact, donde ejerce como representante del sector privado, y presidenta del Pacto Mundial de la ONU en España. Forma parte también del Comité de Dirección de ‘Local2030 Coalition: Localizing the SDGS’, plataforma y red lanzada por Naciones Unidas con el objetivo de acelerar la aplicación de la Agenda 2030 a nivel local y lograr el progreso de los ODS.

Ahora que se habla tanto de economía circular, da gusto hacerlo con ella. En primer lugar, porque se nota que sabe lo que dice. Y no menos importante: no predica desde el púlpito, sino desde la naturalidad que da el convencimiento. «Tardamos 1.000 millones de años en ser 1.000 millones de habitantes en el Planeta, y desde 1950 a ahora hemos crecido de 2.600 millones a 8.000», advierte.

El desarrollo emprendido con la Revolución Industrial introdujo el concepto de ‘usar y tirar», pero «este modelo de gestión ya no es válido porque no tenemos dos planetas, por ello los recursos no pueden ser lineales», explica. Definitivamente es un cambio de modelo, y los cambios siempre implican adentrarse en un futuro incierto.

LA CLAVE ES EL HIDRÓGENO

Clara Arpa lo tiene claro: «Empezamos a usar y tirar hace 40 años; cuando yo era pequeña no había cosas de un sólo uso; ahora sabemos las consecuencias y debemos rediseñar los procesos». Y la clave en la descarbonización de la industria es el hidrógeno: «Somos capaces de descarbonizar con energías renovables, pero así como hay momentos del día en los que no puedo generar, también hay otros en los que no hago uso de la energía que genero; si con el excedente produzco hidrógeno, estará a mi disposición cuando lo necesite, es una cuestón de almacenamiento«.

En relación a la movilidad, el hidrógeno será una solución en primera instancia para grandes transportes, como barcos o aviones. Posteriormente, «se desarrollará un sistema donde repostaremos hidrógeno al igual que, como hasta ahora, repostábamos combustible en las gasolineras», opina.

«Ya empezamos a escuchar las complicaciones que generan los residuos de las baterías y las tierras raras», señala, de ahí que todas las miradas apunten hacia el hidrógeno. Pero, de nuevo, ¿es posible dar ese salto cuando todavía muchos vehículos siguen funcionando con combustibles fósiles?

«Las primeras gasolineras se inauguraron en Estados Unidos hace 110 años, y 14 años más tarde ya había 25 millones de coches; ¿era más fácil hace 110 años hacer coches que hoy?«, explica de forma gráfica.

HISTORIAS QUE MARCAN

El jetlag no impide que Clara Arpa hable con ilusión de su último viaje a Guatemala. Allí Grupo ARPA colabora con la iniciativa ‘Guatemaltecos por la Nutrición’ y ha instalado su Campamento de Nutrimóviles, una serie de infraestructuras modulares y móviles, en las que prestar atención nutricional y de salud primaria a mujeres embarazadas o en edad fértil, así como a niños menores de cinco años.

La desnutrición infantil aguda es un grave problema que, al igual que en otros países, todavía azota a determinadas comunidades en Guatemala. Arpa medita sobre lo que ve: «Lo primero que aprendo en mis viajes es que tenemos mucha suerte de haber nacido en España».

Durante su viaje, donde ha coincidido con el padre Ángel, Clara recordaba en sus conversaciones algunas de las experiencias que más le han marcado, como la catástrofe de Haití. «La clase media en España está en el 4% superior de la pirámide de la población mundial», incide. Por ello, insiste en la importancia de recordarlo, porque «juzgar desde lo alto de la montaña es muy fácil». Tal vez por ello, Clara habla siempre desde el valle, y no hay Tops 100 que valgan.