Ya no es sólo el parón que ha sufrido la planta de Opel en Figueruelas, que no pudo operar con normalidad ni una semana tras el verano. La crisis de chips derivada de la pandemia ha llegado también a otra de las plantas más importantes de la Comunidad: la de BSH en el polígono de La Cartuja. La compañía ha anunciado un paro total durante dos semanas, entre el 13 y el 26 de septiembre.

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En este periodo, se dejarán de producir nada menos que 8.000 electrodomésticos. Los chips que actualmente escasean en la industria son producidos en su mayoría por empresas chinas, coreanas y japonesas, que no pueden abastecer toda la demanda que se está produciendo con la progresiva recuperación del ritmo de producción en todo el mundo.

Se trata de un problema generalizado, si bien hay compañías, como por ejemplo la automovilística Hyundai, que optó ya en 2020 por una política de aprovisionamiento de materiales que les ha permitido seguir fabricando con normalidad.

DESPLOME EN LA PRODUCCIÓN DE COCHES

En todo caso, en la automoción, la producción de coches se ha desplomado un 34% en junio con respecto al mismo mes de 2019. Esta circunstancia, en el caso de Aragón, provoca un efecto dominó en toda la industria auxiliar, que depende en gran medida de la planta de Figueruelas. Asimismo, la industria química se está viendo afectada, debido a que la reducción en la producción de vehículos implica que las automovilísticas adquieran menos pinturas y esmaltes.

Pero no es sólo la falta de chips la culpable de este efecto dominó. También hay escasez para adquirir materiales como plásticos o cobre. Afortunadamente, los últimos datos de exportaciones de Aragón están siendo positivos, acumulando ya 10 meses seguidos con ventas superiores a los 1.150 millones de euros y encabezados por la industria del automóvil, si bien podrían haber sido mejores de no existir la crisis.

A la escasez de chips se suma el encarecimiento que se ha producido en el precio de los fletes marítimos, especialmente en las conexiones con China, que provoca que la industria deba a hacer frente a unos precios desorbitados, que no se prevé que se rebajen en un corto plazo. Para ello, va a ser necesaria la construcción de nuevos buques y contenedores. Los expertos fijan en 2022 la normalización de la situación.