«Falta de previsión total y absoluta». Así de tajante se ha mostrado el presidente de la Asociación de Transportes Discreccionales de Aragón (Tradime), José Antonio Moliner, al ser consultado por HOY ARAGÓN por la liberalización, desde este 1 de septiembre, de las autopistas AP-2 y AP-7 que conectan Zaragoza con Barcelona y la Costa Dorada. Más allá del ahorro que va a suponer para los turismos, otra de las derivadas es el aumento sin precedentes de los transportes pesados en unas vías que no están preparadas para ello.

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En el caso de la AP-2, donde hasta ahora circulaban en torno a 3.000 camiones diarios en el tramo entre Zaragoza y la salida de Soses – Alcarrás, se espera que se sumen los 6.000 que hasta ahora realizaban su ruta por la antigua N-II. Y esta situación no sólo va a hacer más incómodo el viaje para los usuarios de turismos, sino que además supone un problema mayúsculo para los transportistas, dada la falta de servicios para esta nueva realidad.

«Entre Alfajarín y Lérida sólo hay áreas de descanso para 180 plazas», concreta Moliner, un número «claramente insuficiente». Esto podría provocar una situación que ya se ha podido ver en tramos de la autovía que conecta Tarragona con Valencia: camiones parados en los arcenes al no contar con espacios para estacionar, con el riesgo que supone para la circulación de vehículos.

Otra de las cuestiones que supone un problema es que no se ha tenido en cuenta el aumento de tráfico en cuanto a servicios y restauración, que en la AP-2 son «pocos y caros», señala el presidente de Tradime. Desde la asociación de transportistas consideran que existía la «oportunidad» de ofrecer nuevos servicios para las empresas que están instaladas en la N-II.


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EL MODELO DE FRANCIA

Moliner pone como ejemplo el modelo de Francia, donde «cada 30 kilómetros hay un área de descanso en condiciones y cada 60 kilómetros una zona con servicios y restauración». El presidente de Tradime señala que se deben revisar todas estas cuestiones no sólo para los transportistas, sino «por el bien de todos». Como ejemplo, propone que se desarrolle una aplicación móvil que informe a tiempo real de las plazas disponibles en las distintas áreas de descanso y servicios.

Respecto a cuellos de botella que puedan producirse en las zonas de peaje, el presidente de Tradime considera que podría haberse previsto con antelación la retirada de parte de las instalaciones. «El problema es la falta de información, dado que la gente no sabe si van a encontrarse las barreras cerradas o abiertas, por ejemplo», apunta.

En su opinión, el mayor cuello de botella se va a producir en la entrada y salida de Soses – Alcarrás, «donde entra y sale el 80% del tráfico».