Con un contexto de incertidumbre derivado del conflicto bélico de Ucrania, el precio del combustible disparado y problemas de suministros en gran parte de la industria, las previsiones de crecimiento de la economía realizadas por distintas organizaciones se están viendo rebajadas. Así ha sido con Ibercaja, que en la presentación del número 75 de la Revista Economía Aragonesa ha revisado a la baja sus estimaciones para este 2022, situando el del PIB de Aragón en el 4,4% y el del conjunto de España en el 4,7%.

Antonio Martínez, director del Área Financiera de Ibercaja, y Santiago Martínez, jefe de Análisis Económico y Financiero del banco, han trasladado su valoración de la coyuntura actual, así como del comportamiento que esperan de la economía española y aragonesa para lo que resta de 2022 y en 2023.

“Aunque hemos revisado a la baja nuestras previsiones de crecimiento, no hay que olvidar que el punto de partida para Aragón es más favorable desde que conocimos el dato de evolución del PIB de 2020 publicado por el INE (-8,5%) y la estimación de la AIREF y del IAEST para 2022”, ha señalado Antonio Martinez en referencia a la previsión anterior, de noviembre de 2021.

Desde esa última predicción, el Servicio de Estudios de Ibercaja ha reducido 3 puntos la tasa de crecimiento del PIB de 2022 en Aragón (desde el 7,4% al 4,4%) y ha restado 2,5 puntos para el conjunto de España en este año (del 7,2% al 4,7%). Asimismo, la entidad incrementa cuatro décimas su previsión para 2023 en Aragón, cuando se espera que el crecimiento del PIB alcance el 5,1% (desde el 4,7% de la anterior predicción) y llegue al 4,8% en el conjunto de España (ocho décimas más desde el 4,0% publicado con anterioridad).

EVOLUCIÓN DEL EMPLEO

En términos de empleo en Aragón, las previsiones de 2022 en cuanto al aumento de la ocupación son conservadoras debido a las amenazas existentes sobre la industria y el sector agropecuario, derivadas del encarecimiento de las materias primas. Así, el incremento de la ocupación será de 6.000 personas (+1,1%), hasta alcanzar los 586.000 ocupados, lo que permitiría reducir la tasa de paro al 9,5%.

En 2023, esta tasa se podría reducir al 8,3%, cuando podrían crearse 10.000 empleos si no se produce un encarecimiento adicional de las materias primas. Este incremento de la ocupación inferior al promedio de España apunta a insuficiencias en la oferta laboral derivadas del envejecimiento demográfico.

Por su parte, Santiago Martínez ha explicado el impacto de los incrementos de precios para Aragón y España. “La insuficiente oferta mundial en la recuperación de 2021, sobre todo de materias primas energéticas y de microchips, provocó las primeras tensiones inflacionistas, pero se esperaba un proceso natural de adaptación ante los beneficios de vender a mayores precios”, ha señalado.

Sin embargo, la guerra de Ucrania ha impedido este ajuste porque los países implicados se encuentran entre los principales exportadores de materias primas energéticas, industriales y agrícolas. Dada la inelasticidad de la demanda del petróleo y la electricidad, el aumento de sus precios detrae recursos del consumo de otros bienes y servicios, lo que repercute en un crecimiento económico inferior a lo esperado.

INFLACIÓN DISPARADA

Así, en Estados Unidos, la variación al alza de los precios ha derivado en tasas que no se habían producido en los últimos 40 años, hasta alcanzar el 8,5% interanual en marzo de 2022. Esta subida ha afectado a casi todas las ramas de consumo, no sólo a las más directamente relacionadas con los precios energéticos y la escasez de oferta.

Por su parte, en la Zona Euro, el incremento del IPC (del 7,5% interanual en abril) está mucho más vinculado a los precios derivados de la producción de energía, pero dado su papel en las cadenas de producción y de consumo, cabe esperar efectos posteriores, los llamados efectos de segunda ronda.

La dependencia energética también ha provocado un fuerte crecimiento de los precios en España, con un incremento interanual del IPC del 9,8% en marzo (la tasa más alta desde mayo de 1985), causado principalmente por el encarecimiento de la electricidad, los carburantes y los alimentos.

Ante esta situación, los mayores bancos centrales han cambiado su actitud respecto a la inflación. Frente a la Reserva Federal, que ha iniciado el ciclo de subidas del tipo de intervención, en el Banco Central Europeo se esperan también reacciones, pero de forma más gradual. En cualquier caso, la mayor dureza en el tono del BCE se ve reflejada en el Euríbor a 12 meses, indicador que se ha situado ya en torno al -0,1% desde el -0,5% del último trimestre de 2022.

En este contexto, la aceleración de los precios y la disminución de las compras de deuda por parte de los bancos centrales ha provocado un avance de los tipos de interés a corto y a largo plazo. Por otro lado, en los mercados financieros se percibe una mayor aversión al riesgo, lo que está afectando a activos como la renta variable, que había tenido un comportamiento excepcional en 2021.