Una comida o cena de empresa, tan frecuentes ahora en Navidad, puede echar por tierra la buena imagen que un trabajador se ha ganado a pulso y con esfuerzo durante todo el año. Es más, puede tratarse de la primera ocasión en mucho tiempo en la que todos los compañeros se reúnen, por fin sin restricciones ni limitaciones de aforo. De hecho la patronal de bares y restaurantes Hostelería de España estima que la demanda durante la época navideña va a aumentar entre un 5% y un 8% con respecto a antes de la pandemia.


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La cena de Navidad es un acontecimiento excelente para pasar un buen rato con los compañeros de trabajo y estrechar lazos más allá de lo laboral; una oportunidad para relajarse. Precisamente, según datos de la encuesta que publicó InfoJobs el pasado verano sobre las necesidades laborales de los profesionales españoles, el compañerismo (con un 29% de las menciones) ocupa el tercer lugar en el ránking de los elementos más relevantes que un trabajo debe tener. Así, la cena de Navidad es sin duda una de las actividades que contribuye a reforzar este aspecto.

En alguna ocasión, sin embargo, los excesos o malas decisiones pueden provocar que más de uno prefiriese no tener que pasarse al día siguiente por la oficina. ¿Qué debemos tener en cuenta para que todo salga bien?

En primer lugar, aunque se trata de una cita que suele requerir un dress code formal, no se debe caer en el error de vestirse para la ocasión como si se fuese a desfilar por una pasarela de modelos. La imagen dice mucho de uno mismo y optar por un look elegante, pero sin pasarse y sin florituras, suele ser la mejor opción. Al fin y al cabo, se trata de un evento de empresa.

ALEJARSE DE LOS CHUPITOS

El 99% de las metidas de pata que pueden cometerse en una cena de empresa tienen como principal culpable el alcohol. El hecho de consumir en exceso puede hacer que nos desinhibamos demasiado y que en un futuro nos repitan hasta la saciedad frases como: “¿te acuerdas de lo que hiciste en aquella cena de Navidad?”. Lo mejor: mantenerse lejos de los chupitos y licores fuertes.

Por otra parte, bailar está bien, pero convertirse en el Dancing Queen / King y acaparar la pista y todas las miradas es, a todas luces, un error. Más ahora que con las cámaras de los móviles y las redes sociales, las acciones puntuales puede que no se queden ahí y perduren por mucho tiempo.

Lo anterior deben vigilarlo los más desinhibidos. En el caso de las personas más introvertidas, aunque les cueste relacionarse con la gente, la cena de empresa es una excelente oportunidad para conocer más a los compañeros de trabajo. Para el que se acaba de incorporar a la compañía, la cena de Navidad es perfecta para hablar con todos y que sepan quién es.

Otro consejo de cajón: comer con moderación. Puede ser que en la cena de empresa ofrezca nuevos platos y sabores que nunca antes se habían probado, pero eso no implica que se deban engullir los platos de forma compulsiva.

BUSCA A TU ‘DÚO DINÁMICO’

Juntarnos con ese compañero que nos conoce de sobra y que nos cuidará para que no hagamos el ridículo es siempre una buena estrategia. Cada uno puede estar pendiente del otro y decidir juntos cuándo es la hora de llamar un taxi.


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Y, por último, no hay que olvidar que hay vida después del trabajo. La cena de Navidad es un evento social y no el lugar para entrar en los detalles del último proyecto de nuestro equipo. Por un día, es importante abandonar el equipaje profesional e intentar pasar un buen rato.