Caja Rural de Teruel ha lanzado su nueva línea de tarjetas ecológicas fabricadas con un material basado en PVC 100% reciclado, reduciendo de esta forma su impacto medioambiental al mínimo y evitando la pérdida de residuos en su tratamiento. Las nuevas tarjetas sustituyen a las utilizadas anteriormente y serán enviadas a clientes en renovaciones o nuevas contrataciones.

De esta forma, la cooperativa de crédito de Teruel reafirma su compromiso con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. Esta acción se une al conjunto de iniciativas en las que se está trabajando desde Caja Rural de Teruel con el objetivo de reducir su impacto medioambiental en su actividad diaria.

La tecnología del PVC que conforma las tarjetas de Caja Rural de Teruel está basada en la economía circular, un modelo económico que apuesta por “la producción sostenible de bienes y servicios mientras reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía”. Gracias a esta estrategia productiva, la reutilización y el reciclaje permiten conseguir productos sostenibles de primera calidad que respetan y cuidan del entorno.

PVC DE LA CONSTRUCCIÓN, DE OTRAS TARJETAS Y DE BOLSAS DE PLÁSTICO

Los componentes del PVC proceden de la industria de la construcción, de la industria de fabricación de tarjetas o de las bolsas de plástico, entre otros; y son 100% reciclables desde el punto de vista físico, químico o energético. Después de que se separen a través de un complejo proceso mecánico, se procede a moler el material, lavarlo y limpiar las impurezas.

Luego entra de nuevo en el proceso productivo en forma de grano o polvo para fabricar nuevos elementos. Esto permite que el residuo PVC se reduzca a trozos muy pequeños que pueden fundirse para reconvertirse en partículas pequeñas empleadas en la fabricación de las tarjetas bancarias.

La diferencia entre estas y las demás es que tanto el core como el recubrimiento exterior están hechos completamente con PVC. Este material representa el menor impacto medioambiental en comparación con tarjetas normales como el PVC estándar o PET-G, sobre todo en aspectos como la huella de carbono, el agotamiento de recursos hídricos y la formación de ozono fotoquímico.

El gran beneficio de este proceso es que permite obtener materiales biodegradables mientras que reduce la producción de PVC virgen, conservando las mismas propiedades y durabilidad que el PVC estándar.