La incertidumbre sobre el devenir económico es máxima, y así lo han expresado en repetidas ocasiones los estamentos empresariales. Ahora que se ha publicado el Informe sobre la Situación Económica y Social de Aragón elaborado por el CESA, relativo a los datos de 2021, son tres los factores más inquietantes teniendo en cuenta que la realidad en los últimos meses ha cambiado sustancialmente con motivo, principalmente, del conflicto en Ucrania.


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La consejera de Economía del Gobierno de Aragón, Marta Gastón, en la presentación del informe del CESA, ha extraido uno de ellos: «la peculiaridad de la estructura económica aragonesa», en la que la industria tiene un peso del 22% en el Valor Añadido Bruto (VAB), por encima del 18% de la media nacional. Éste es, ha concluido, un factor «directamente relacionado con la subida de los costes energéticos«.

Es decir, en Aragón los costes energéticos para las empresas tienen una mayor afección, dado que en la economía de la Comunidad la industria tiene un peso más importante que en la de la media española. Y la energía no ha dejado de subir: actualmente su precio se sitúa un 27,3% por encima al de hace un año.

Respecto a la inquietud empresarial sobre los costes energéticos se ha pronunciado recientemente CEOE Aragón. La Confederación de Empresarios destaca la preocupación máxima del tejido productivo y la necesidad urgente de que desde el Gobierno central se impulsen políticas que supongan un apoyo efectivo a las empresas, con fundamental foco en las industrias electrointensivas.

Igualmente, para CEOE Aragón son imprescindibles decisiones conjuntas de la Unión Europea orientadas a reducir las pérdidas de competitividad que supone el aumento de costes energéticos ligado al precio y suministro de gas.

«Es muy preocupante que las industrias se estén viendo abocadas al cierre o ajuste de sus plantas de cogeneración, que han dejado de ser competitivas por falta de medidas de apoyo y el elevado precio del gas, frente a lo que sucede con otros países como Portugal, con más ayudas a este sistema que permite reducir costes energéticos», apuntaban desde la patronal.


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CEOE nacional cifra en un 60% la cogeneración asociada a la industria que ha tenido que parar en estos meses, siendo un sistema eficaz que permite ahorrar al año el equivalente al consumo de gas en dos meses y medio de los hogares y pymes. En suma, el porcentaje que supone la energía en los costes de producción se ha elevado notablemente, sin previsión de cese de esta escalada, encareciendo la actividad industrial, clave y estratégica en la economía aragonesa, y afectando en cadena a todo el tejido productivo.

«Las empresas no pueden repercutir adecuadamente este aumento de costes porque supondría estrangular tanto la demanda de los consumidores finales como de las empresas a las que suministran», señalan desde CEOE Aragón. Por ello, «deben renegociar pedidos y precios pactados con anterioridad derivando en dificultades de aprovisionamiento y capacidad de producción».

¿Cómo se soluciona esto, habida cuenta de que ya no se puede contar con Rusia para el suministro energético? La llave sólo la pueden tener el Gobierno central y la Unión Europea. Medidas eficaces a las industrias electrointensivas para aliviar su situación, ayudas a la cogeneración o revisión de las compensaciones de emisiones de CO2 podrían ser algunas de las opciones para que la industria aragonesa no se vea abocada a una situación crítica.

LA INFLACIÓN Y SU CÍRCULO VICIOSO

Si bien lidiar con los costes energéticos es un reto por sí mismo, probablemente el más importante, la economía aragonesa se enfrenta además a la compleja situación que supone el encarecimiento de la mayor parte de los bienes y servicios. Las materias primas son más caras, el transporte de materiales es más caro, y todo ello repercute en los precios al consumo.


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Según el último dato, correspondiente al mes de agosto, la tasa de inflación en Aragón se sitúa en un 11,1% anual, por encima de la media española (10,5%) y de la media europea (9,1%). Esta situación, y el hecho de que los sueldos no suban en la misma proporción, supone irremediablemente una retención del gasto por parte de los consumidores.

Y, si los consumidores dejan de comprar, las empresas se encuentran con problemas. Ley básica de la economía. En ese sentido, iniciativas públicas para ayudar al comercio fomentando las compras pueden ser beneficiosas, como ya ha demostrado con creces la campaña «Volveremos» puesta en marcha por el Ayuntamiento de Zaragoza y enfocada al pequeño comercio y hostelería de la capital aragonesa.

CEPYME Aragón ha destacado recientemente que la incertidumbre sigue marcando el futuro a corto plazo. «Tenemos demasiados frentes abiertos que vaticinan un otoño muy complicado: el incremento de precios sigue en alza, los costes de la energía continúan desbocados, la inflación está por las nubes, el BCE ha subido los tipos de interés y el problema de la falta de mano de obra cualificada sigue latente”, ha señalado la presidenta de la organización, María Jesús Lorente.

LA INCÓGNITA DE LA FALTA DE SEMICONDUCTORES

Si la energía y la inflación son dos de la principales preocupaciones, no hay que olvidar un tercer problema que, si bien parecía estar en vías de solución, ha vuelto al principio de curso con fuerza: la falta de semiconductores en la industria. El sector de la automoción, principal afectado, aúna la mayor parte de las exportaciones aragonesas, gracias a la producción de la planta de Stellantis ubicada en Figueruelas y de toda la industria auxiliar.

La fábrica, donde se produce el vehículo estrella de Opel, el Corsa, ha empezado el mes de septiembre con parones en todas sus líneas de producción, afectando también al resto de modelos que se ensamblan en ella: el C3 Aircross y el Crossland. Como indicó a principios de septiembre el presidente del Comité de Empresa de la planta, Rubén Alonso, no parece que vaya a solucionarse ni a medio ni a largo plazo.


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Los problemas han regresado de forma global especialmente por el conflicto político existente entre China y Taiwán, que se suma al déficit que ya se venía arrastrando con el transporte de materiales desde la pandemia.

Además, este curso puede ser clave para ver si la situación afecta a las previsiones para que Figueruelas asuma la fabricación de nuevos modelos, tales como el Peugeot e-208, que se esperaba empezar a producir en 2023 y que actualmente se ensambla en Eslovaquia. También se preveía que llegara a Figeruelas el Lancia Ypsilon eléctrico, sin fecha confirmada.

NO TODO SON MALAS NOTICIAS

Pero si los costes energéticos, la inflación y la falta de componentes en la industria son los principales caballos de batalla y motivos de incertidumbre, Aragón también cuenta con fortaleza. Una de las más claras es la buena evolución del empleo en los últimos meses.

En agosto, la Comunidad alcanzó el número de parados más bajo obtenido desde octubre de 2008, con un total de 58.240 personas en situación de desempleo, un 12,73% menos que un año antes. Curiosamente, si bien agosto suele ser un mes de aumento del paro con motivo de finalización de los contratos veraniegos, no fue así este año, y bajó un 0,74% respecto a julio. Habrá que esperar al dato de septiembre para confirmar estas buenas cifras que se vienen sucediendo.

“Seguimos contando con una economía fuerte y con buenas perspectivas de cara al futuro”, señaló Marta Gastón en la citada presentación del informe del CESA. Además de los buenos datos de empleo, destacó las estimaciones de crecimiento, «que siguen siendo positivas».


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Esta es la fotografía del paisaje económico aragonés a principio de curso. Su desarrollo dependerá en gran medida de factores externos, ya no sólo de las decisiones que se tomen desde el Gobierno central o la Unión Europea, sino de la evolución de los conflictos abiertos tanto entre Rusia y Ucrania como entre China y Taiwán.