«Su mayor deseo es estar el mayor tiempo posible en soledad». Es lo que Iván Pardo, primer condenado a prisión permanente revisable en Aragón, contaba a su abogada, María Gabasa, una de las últimas veces que le visitaba en la prisión de Zuera.


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«Está mucho más demacrado que cuando le conocí. Esperaba su sentencia pero cuando el jurado la hizo pública se hundió», relata Gabasa.

Una persona, cuenta incluso su madre, muy reservada y a la que no le gusta demasiado relacionarse. Lleva en prisión casi 4 años y, hasta que la sentencia sea firme, con toda probabilidad continuará en una celda prorrogando así su prisión provisional hasta que empiece a cumplir su sentencia, de más de 25 años.


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Actualmente ha protagonizado dos huelgas de hambre que, según fuentes cercanas, no le han servido para mucho. «No quiere que le incluyan en el protocolo anti-suicidios y por eso ha dejado de comer», explica Gabasa que no está del todo deacuerdo en este asunto con su cliente.

Pardo no está dentro de ningún protocolo ni recibe vigilancia especial de ningún tipo, sin embargo, fuentes cercanas a este preso explican que podría verse en una situación emocional comprometida por la presión a la que ha sido sometido.

«Podría ser un caso similar al de Rosario Porto, condenada por matar a su hija y que acaba de suicidarse en su celda. De una gran presión mediática pasará en unos años al olvido», argumenta estas fuentes.

«AQUÍ NO LE QUIEREN»

Pardo vive en la mayor soledad posible en la cárcel de Zuera. Sólo en su celda y sólo en el patio al que sale, según fuentes cercanas al preso, casi a diario a pasear. Desde esta soledad, Pardo no es ajeno al desprecio que le muestran otros internos.

«Aquí se tiene mucho en cuenta el delito y hay presos que eso lo tienen en cuenta». Empujones o insultos, personas cercanas a Iván Pardo admiten que el asesino de Naiara está siento objetivo de otros internos.


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«No quiere recibir tratamiento por un tumor cerebral que padeció y tampoco vigilancia de ningún tipo», dice preocupada su abogada, que reconoce que desde que cogióm este caso dentro de su turno de oficio se ha ido convirtiendo en algo más personal.

«Aquí no le quieren», responden personas cercanas a Pardo, quien ya ha estado dos veces en el módulo de enfermería por problemas de salud. Iván Pardo se enfrenta a una condena que podría llevarle a estar prácticamente el resto de su vida entre rejas.