Un día después de la agresión a dos funcionarios de prisiones en el módulo de aislamiento de la cárcel de Zuera, de nuevo, se producía otro momento de tensión, y ya son, según explican fuentes cercanas, muchos en relativamente pocos días. Esta vez los altercados los protagonizaba otro interno, José Ramón H.J.. «¡Voy a destrozar la celda si no me sacáis de aquí!» Repetía el recluso a la hora de comer. Lo hacía con tanta virulencia que a su protesta se sumaron reclusos de celdas contiguas. «¡No te preocupes que no te dejamos solo. Nos van a aislar pero yo me llevo por delante al que entre en mi celda!» Gritaban desde otra celda.

Según fuentes consultadas por HOY ARAGÓN, al intentar entrar dos funcionarios en la celda de José Ramón H.J. para tranquilizarlo, vieron que éste se había protegido el antebrazo con una toalla y empuñada un bolígrafo a modo de arma blanca en la mano izquierda y un fragmento roto con punta de la pata de una silla en la derecha. «¡Entrad a por mí que os rajo uno a uno. No tenéis cojones de entrar. Venga, entrad a por mí si sois hombres!» Repetía este recluso con insistencia.

La tensión iba en aumento. Otros reclusos animaban al alborotador a cumplir con sus pretensiones. Dos internos la jaleaban constantemente mientras los funcionarios daban parte de la situación y barajaban las posibilidades ante el aumento de gritos e insultos. Según la fuente consultada por este diario digital, tras recibir el apoyo de otros compañeros, varios funcionarios se preparan con el equipo de protección para sacar y llevar a otra celda a uno de los alborotadores. 

SANGRE Y CRISTALES ROTOS

Mientras entraban para intentar sacar al preso de su celda otros seguían gritando y amenazando a los funcionarios. «¡Si entráis en mi celda, os voy a rajar!» Repetían cada vez con más virulencia. Al entrar en una de las celdas descubren que uno de los internos se ha autolesionado tras reventar a golpes una de las ventanas de su celda, dejando la misma con numerosas manchas de sangre y cristales rotos por todos los rincones. 

Con escudos, y protección en brazos y piernas, los funcionarios acaban entrando minutos después en la celda del preso que había protagonizado la revuelta y que empuñaba objetos punzantes. Además había echado en el suelo agua y jabón para dificultar la entrada de los funcionarios. 

Más de hora y media después conseguían sofocar esta revuelta, similar a la del día anterior que había acabado con dos funcionarios lesionados. Esta vez no llegaron a consumarse las amenazas. Lo que si preocupa a los trabajadores de la prisión aragonesa es la frecuencia de estos altercados durante este último mes. Según ha podido saber HOY ARAGÓN, los últimos funcionarios agredidos se encuentran en buen estado.