«¿Dónde está mi madre? ¿Va a venir a verme?» Es lo que Julio, acusado del asesinato de su madre en enero de 2019 en Fuentes de Ebro, le dice a su abogado cuando le llama o va a verle a la planta de psiquiatría del Hospital Universitario Miguel Servet.


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«Sigue insistiendo que es inocente y que jamás había puesto la mano encima a su madre», explica Carlos Giménez, su letrado. Un jurado popular le condenó en septiembre de 2020 a 15 años de internamiento en un psiquiátrico, condena que pedían Fiscalía y acusación particular. «Él quería evitar la cárcel a toda costa y este veredicto fue un mal menor pero seguimos pensando que ni quiso matar a María Teresa ni lo hizo», insiste su abogado.

Los forenses presentaron un informe en la sala de vistas acerca de la enfermedad que padecía Julio; un cuadro compatible con la psicosis esquizofrénica, «siendo su conducta enmarcable en un proceso de brote psicótico con anulación total de su capacidad volitiva e intelectiva, especialmente del control de impulsos».

Ahora su letrado recurre y expondrá sus alegaciones ante la sala de lo criminal del Tribunal Superior de Justicia de Aragón. «Me lo ha pedido desde un principio porque cree que es lo justo».

«SOFOCACIÓN POSTURAL»

Aquel día de enero de 2019, según el relato de los hechos expuesto en el guión del juicio, María Teresa, de 75 años de edad, se levantó a las 9 de la mañana y su hijo, Julio, «le propinó dos golpes contundentes en la región posterior de la cabeza con algún objeto estrecho y alargado, ocasionando la caída hacia adelante de la mujer, que quedó en estado de inconsciencia».

La trasladó al sofá y la dejó en una posición sentada con la cabeza apoyada entre las piernas y con los brazos hacia adelante, situación en la que se produjo el fallecimiento de la mujer, a quién su hijo dejó sentada con la cabeza apoyada sobre las piernas. Los forenses apuntaron a una muerte por «sofocación postural», siendo la causa intermedia de la muerte el traumatismo craneoencefálico.


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La otra hija de la fallecida fue quién se encontró con la trágica escena y avisó a los servicios médicos. Julio les pidió «muy alterado», que se marcharán de su casa y se quedó solo con el cuerpo sin vida de su madre.

Durante cuatro horas, un negociador de la Guardia Civil trató de contactar con él, incluso participó su familia, pero ante esta actitud el Grupo e Reserva y Seguridad -GRS- de Casetas decidió entrar por la fuerza.