La afamada directora de cine aragonesa, Paula Ortiz, ha agradecido con orgullo el recibimiento de la medalla de las Cortes de Aragón en el día de San Jorge, patrón de la comunidad autónoma.

Ortiz, en un discurso repleto de sinceridad, reivindicativo y con sentido cariño, ha querido poner en valor el peso de la cultura como «cura social» en un mundo cada vez más «injusto, deformado y cruel«. Un lugar, ha dicho, donde «solo la fantasía puede ayudar a comprender la realidad».


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En un discurso medido con esmero, la directora aragonesa ha defendido la función de la cultura en el peso político e institucional por ser necesario. El arte, ha dicho, «es la identidad y la supervivencia».

Una bola de oxigeno, según las palabras citadas por la directora de Federico García Lorca, que haga que «el lema de la República sea cultura«. Y no en términos vacíos. Las palabras del poeta citadas por Ortiz reivindica a la cultura por ser capaz de resolver «los problemas del pueblo lleno de fe, pero falto de luz».

Su vida ha estado trufada de recuerdos apegados a la tierra aragonesa. Y, según ha dicho, el paisaje que pisamos es el horizonte de nuestra vida. «Es quien configura tu tempo, tu espacio, tu respiración», ha esgrimido.

La directora ha destacado la contribución del cine para ensalzar los universos visuales que muestran la grandeza de los paisajes. «El cine recoge la impresión del paisaje, y la sublima. La lanza a la pantalla trascendiendo espacio y tiempo, quedando en la memoria de todos y todas con una fuerza emocional inusitada».

En su destreza artística como directora, la aragonesa ha querido reivindicar el papel de las mujeres en sus películas. Y para ello ha hilado su papel en sus películas para visibilizar la esperanza de que, algún día, se pueda romper el techo de cristal en tantas esferas de la vida.


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«Ese techo de cristal es mi lucha diaria», ha dicho, «y la de cientos, miles de compañeras en el ámbito del cine, y en otras áreas laborales«. La directora Paula Ortiz ha querido destacar que «por mucho que lo intentamos, una y otra vez se nos empuja de nuevo al fondo. Se nos penaliza por traer hijos al mundo y querer criarlos, por cuidar de los tuyos, por envejecer».

En el final de su intervención, ha detallado la pelea diaria que emprender tantas y tantas mujeres: «porque cuando las cosas se nombran: existen. Y ahí empieza el movimiento. Y entonces empieza el cambio«.